En las últimas décadas, la participación del sector industria a nivel mundial ha disminuido, pasó de 37,3 % a 27,3 % entre 1970 y 2020, respectivamente, con un promedio anual de disminución de 0,2 puntos porcentuales. De acuerdo al Banco Mundial, el Perú no ha sido ajeno a la tendencia global, la participación de la industria en el valor agregado del PBI se redujo de 37,2 % en 2011 a 30,2 % en 2020, informó el Centro Nacional de Planeamiento Estratégico (Ceplan).
De acuerdo con la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), a nivel mundial, la participación del sector servicios en el valor agregado del PBI se incrementó de 53,3 % a 68,2 % en el periodo 1970-2020; y según el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), en nuestro país se evidencia el mismo comportamiento tendencial. Se ha mostrado una exportación de más de 7500 millones des dólares en servicios (principalmente actividades de turismo, asesorías y call centers) en el año 2019, reflejando un crecimiento del 6,1 % respecto al 2018.
Para algunos expertos estamos ante una nueva estructura posindustrial, caracterizada porque la mayoría de la fuerza de trabajo ya no se ocupe de la agricultura o de las fábricas sino de los servicios (que incluye transporte, venta al por mayor o menor, hoteles, alimentación, finanzas, bienes raíces, investigación científica, entre otros). Además, se destaca que está menor participación de la actividad industrial no es propia de los países desarrollados, debido a que, la manufactura está dejando de ser el papel de motor de crecimiento en los países en desarrollo, haciendo cada vez más notoria su reducción en la participación del Producto Bruto Interno (PBI).
Sin embargo, para la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI), la desindustrialización que experimentan los países desarrollados con los países en desarrollo suele ser diferente. Por ejemplo, existen casos de desindustrialización “prematura” que se da en países de bajos ingresos donde la industria tiende a ser reemplazada por servicios inadecuados, poco calificados o de baja productividad. Por otro lado, se tiene la desindustrialización “madura”, la cual se da en economías avanzadas y que abre paso a servicios de alta productividad que funcionan como motor de crecimiento.
Bajo ese marco, es más probable que los servicios asuman un papel más protagónico en la economía de aquellos países que tienen una industria manufacturera dinámica y productiva, en contraste con países con industrialización estancada y de bajo valor agregado. Ante ello, se sugiere que los países en desarrollo todavía impulsen la industria manufacturera con el objetivo de obtener beneficios que incluyen desde la mejora de habilidades, innovación tecnológica, entre otras actividades, así como promover una industrialización inclusiva y sostenible, que abra paso a servicios que generen empleos productivos.
En relación con la ficha técnica sobre tendencias globales: “Menor participación de la industria en el valor agregado”, la nueva estructura postindustrial se configura como una etapa en la evolución de la sociedad en la cual se reduce la producción de bienes, para ofrecer principalmente servicios. Esto se puede entender como un proceso de cambio económico y social, donde se dan transformaciones en la capacidad industrial y la fuerza de trabajo de una región o país.
Si deseas conocer más sobre este y otros temas acerca de tendencias, riesgos y oportunidades en el futuro, el Ceplan te invita a ingresar al Observatorio Nacional de Prospectiva desde el siguiente enlace: https://observatorio.ceplan.gob.pe/ficha/tg21