Por: José Antonio Torres Iriarte.
Nicolás Maduro fue formado políticamente en la Habana, siendo un operador político de Cuba. Hugo Chávez lo designó Ministro de Relaciones Exteriores, convencido de su lealtad, considerando siempre que eventualmente podría sucederlo en el gobierno, más aún cuando el estado de salud del jefe de Estado se agravó. Hugo Chávez no formuló los fundamentos del llamado «socialismo del siglo XXI», el autor intelectual de un proyecto político supuestamente democrático fue Fidel Castro. Se trataba de deponer las armas como forma de acción política, compitiendo electoralmente para la toma del poder en toda América Latina; a la vez se prescindía de conceptos como la dictadura del proletariado, la lucha de clases o la necesidad de pertenecer a una Internacional dominada por una potencia, como lo fue en su momento la URSS.
Cuba en los años noventa necesitaba sobrevivir al llamado «período especial», luego de la caída del Muro de Berlín. La economía soviética estaba virtualmente quebrada, cuando en 1991 se disuelve la URSS, formándose nuevos Estados soberanos, que convocaron a elecciones libres e impulsaron economías de mercado. Cuba con una economía poco productiva e ineficiente, encontró en Hugo Chávez al líder generoso, admirador de Fidel Castro, que estaba dispuesto a solventar parte del presupuesto de una «revolución decadente». Se idearon las más novedosas formas de cooperación entre ambos países bajo la denominación de «misiones». Con el paso del tiempo y especialmente a partir del 2002, Cuba fue cobrando cada vez más influencia en los institutos armados y las fuerzas de seguridad de Venezuela. En un escenario internacional marcado por el precio récord de los hidrocarburos; Hugo Chávez multiplicó el gasto público, con políticas de subsidio ilimitado, generando en la población euforia en medio de una «falaz prosperidad».
Hace más de 10 años que falleció Hugo Chávez. Nicolás Maduro con asesoramiento y protección de la inteligencia cubana, con apoyo financiero de la República Popular China y con presencia iraní en territorio venezolano se mantiene en el poder. El tirano Maduro no está dispuesto a entregar el poder, siendo claro que los millones de venezolanos migrantes envían remesas por cantidades significativas a sus familiares residentes en Venezuela, con las que pueden atender necesidades básicas. Desde el 2017, con la formación del «Grupo de Lima» y ante la grave crisis humanitaria, varios países de la región decidieron acoger a millones de ciudadanos venezolanos, que huían de la crisis y la represión.
En enero 2019 parecía inminente el fin del gobierno de Nicolás Maduro, en ese entonces Juan Guaido había sido reconocido por los Estados Unidos, la Unión Europea en su conjunto, Japón y un número importante de gobiernos de América Latina. La dictadura no llegó a su fin. Fomentar la migración forma parte de la estrategia cubana a lo largo del tiempo. La dictadura venezolana pareciera que necesita que alrededor de un tercio de su población resida en el exterior. Cuba y Venezuela comparten formas de hacer política; para manipular y engañar a sus pueblos. El «tren de Aragua» surgió durante los primeros años del chavismo, siendo reprimido en un primer momento, para convertirse luego en un aliado del gobierno. Si la llamada «revolución bolivariana» se propuso redimir al pueblo, formando a una nueva generación de jóvenes seguidores de un proyecto revolucionario, lo cierto es que la existencia del «tren de Aragua» muestra el fracaso del chavismo en la implementación de las políticas educativas sugeridas por los ideólogos de la revolución cubana. Si poner fin al «pandillaje» es prioridad para el gobierno de Bukele, por el contrario desde la llegada al poder de Hugo Chávez, se multiplicó la criminalidad en todo el país.
Nicolás Maduro habla de la reducción de las tasas de homicidios y otros delitos, lo que está sucediendo es que millares de integrantes del «tren de Aragua» han migrado al exterior con la complacencia de Nicolás Maduro. Más aún pareciera que emulando la estrategia cubana, se está reduciendo la población carcelaria en Venezuela. No olvidemos que Cuba en los años ochenta virtualmente expulsó a millares de delincuentes hacía las costas de la Florida; mientras que Fidel Castro pronunciaba discursos antimperialistas en la Habana. Por otro lado, Nicolás Maduro exige trato digno a sus connacionales, no asumiendo ninguna responsabilidad en haber generado la virtual quiebra de la industria de hidrocarburos en manos del Estado, desde que el gobierno de Carlos Andrés Pérez nacionalizara la industria del petróleo en 1974. La victimización, la mentira, la demagogia, el dispendio, la emisión inorgánica de dinero, las masivas expropiaciones fueron dinamitando la economía venezolana. Hoy la dictadura no cede, el órgano electoral (controlado por el gobierno) hace poco ha anulado las elecciones primarias organizadas por la oposición, que fueron ganadas ampliamente por María Corina Machado. Nicolás Maduro protege a los disidentes de la FAFC, es aliado del E.L.N. que hace poco secuestró a los padres de un jugador de la selección de Colombia. Nicolás Maduro actualmente se vale del buen desempeño de la selección venezolana en las Eliminatorias al Mundial de Fútbol 2026, para agraviar al Perú.
La oposición venezolana debe mantenerse unida y respaldar a la señora Machado. Por otro lado en el Perú el «tren de Aragua» desafía a la Policía, desatando una ola de violencia inusitada en Lima y las principales ciudades del país. El ámbito de la economía informal es el espacio que han elegido para perpetrar sus acciones delictivas, siendo sus víctimas sobre todo los trabajadores informales y las micro y pequeñas empresas. Las zonas de Lima Norte, Sur y Este, en las que viven y trabajan decenas de miles de emprendedores son las más afectadas. El «tren de Aragua» más allá del accionar delictivo propiamente dicho, se ha convertido en una organización criminal que viene desestabilizando Ecuador, Perú y Chile sobre todo. Nicolás Maduro es requerido por la Corte Penal Internacional, mientras que las autoridades norteamericanas ofrecen significativas recompensas por su captura. El «tren de Aragua» es un instrumento al servicio de la dictadura de Maduro, por ello el gobierno de Venezuela no tiene el menor interés en cooperar con los servicios de inteligencia y los cuerpos de seguridad de Ecuador, Perú y Chile especialmente. No seamos ingenuos estamos ante organizaciones transnacionales del crimen organizado.