Por: Igor de Maack, Gestor de fondos y vocero, DNCA, filial de Natixis IM
Las políticas monetarias están volviendo al actual ciclo económico difícil, si no imposible, de interpretar. Con el crecimiento global a punto de llegar al 3%, están constantemente alabando la reducción de las tasas de referencia para mantener el crecimiento y estimular la inflación. Pero en Europa, estas tasas bajas realmente no parecen estar cumpliendo con ninguno de sus objetivos duales.
Aunque los Estados Unidos está promoviendo más crecimiento con la “manufactura”, este no es así gracias o debido a las tasas de interés, sino sobre todo debido al hecho de que EEUU tiene un modelo económico ultra flexible, una increíble ciber-potencia y flujos de capital que operan con mucha más velocidad y eficiencia. En efecto, es de destacar que la Fed ha incrementado sus tasas sin afectar el ritmo de crecimiento. Y hubiese continuado haciendo esto si la Guerra comercial entre China y EEUU no hubiera sido una preocupación en los entornos económicos.
El actual ambiente inflacionario también se ve difícil del explicar. Hay una noción de que el acceso en línea a ahorros y servicios está aplicando una fuerte presión a la baja en los precios al consumidor.
Pero además de la digitalización en sí, lo que permite comprar bienes o servicios con tan solo un clic del mouse, está el hecho de que esta digitalización facilita a cualquier consumidor comparar y evaluar, rápidamente y en cualquier momento, los precios de dichos bienes y servicios. Esta transparencia de precios es una disrupción para la distribución física (de perecederos y no perecederos) y obliga al sector comercial a aplicar políticas de precios cada vez más atractivas con el fin de mantener sus ventas a flote.
En Francia, Leclerc e Iliad han hecho de esto su plataforma. En consecuencia, sin un aumento real en los salarios y a excepción de la presión en los precios del petróleo, la inflación sigue siendo baja, lo que vuelve a las políticas monetarias inefectivas. Por tanto, teorías contradictorias compiten entre sí por los mercados financieros.
Los inversionistas en bonos, que son más cautelosos por naturaleza, quieren beneficiarse de una desaceleración del crecimiento global y bajar las tasas a largo plazo más rápido. En el lado opuesto del espectro, los inversionistas familiarizados con la microeconomía continúan comprando acciones de empresas generadoras de valor. Pero existe un destello de esperanza; la renta variable europea recupera ligeramente la preferencia de los inversionistas, y la semana pasada registró un flujo positivo (de $100 millones), por primera vez en los últimos 20 años.