La crisis de los partidos políticos. Por: Milton Ovidio Pastor Neyra

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Según sostenían los sociólogos y políticos, Seymour, Martin Lipset y Stein Rokkan, una vez que los sistemas de partidos eran establecidas, las lealtades de los votantes se congelaban. Dicha afirmación implicaría la poca probabilidad de que nuevos partidos políticos puedan surgir y consolidarse dentro de un sistema ya existente.

Sin embargo, tanto en el Perú como en otras partes del fueron apareciendo figuras en la política que surgían de ámbitos distintos al de los partidos existentes. El surgimiento de estas figuras estuvo asociada a un discurso antipartido, llegándose a conocerse, en el caso peruano, como independientes. Las figuras políticas que surgieron a partir de estos nuevos partidos son los llamados outsiders, es decir, candidatos que no se encontraban considerados al inicio del proceso electoral como alternativas viables para ganar la elección, pero que terminaron en muchos casos ganándola o quedando en un lugar expectante al finalizar dicho proceso electoral. Tenemos el caso reciente de Pedro Castillo.

Un examen de otros países revela que en varios casos nuevos partidos políticos han aparecido y se han consolidado. Entonces surge la pregunta: “Si las lealtades de los votantes son tan estáticas, como sostenían Lipset y Rokkan, ¿por qué han aparecido nuevos partidos? Y ¿cuál ha sido la influencia que ha tenido la crisis de los partidos en la aparición de los outsiders? Tenemos el reciente caso del Partido Aprista, uno de los partidos más longevos del país, que quedo fuera del Registro de Organizaciones

Políticas y pasaron apuros para lograr su reinscripción. Sin duda, ni Lipset ni Rokkan pudieron anticipar la posibilidad de que los partidos políticos pudieran entrar en crisis, la cual abriría la puerta a nuevos competidores. Esta crisis, entonces, es un factor necesario, pero no suficiente, para la aparición y consolidación de nuevos partidos y outsiders en la política nacional.

En los últimos treinta años se ha visto la aparición de movimientos políticos “atrapa-todo”, que utilizan los partidos políticos bajo dos esquemas: electoral y el clientelista. El primero exige que sus candidatos respondan a las demandas constituyentes, pero movilicen a sus afiliados solamente para tareas electorales. El segundo consta del arreglo clásico de “votos por favores”. En un país con personas de muchas necesidades este sistema tiene un efecto inmediato, pero no permanente, mientras el sistema electoral fracasa cuando los elegidos no responden a las demandas constituyentes sino particulares.

Además, en América Latina, y el Perú de manera particular, están emergiendo nuevas demandas dentro de la sociedad, que no encuentran, necesariamente, representación en los partidos tradicionales, muchos de los cuales siguen utilizando la práctica obsoleta del clientelismo.

Pero hay más, la sociedad moderna es sustantivamente más atomizada que antes, y el achicamiento del Estado ha contribuido a lo que los entendidos llaman “el analfabetismo político”, lo cual, a su vez, ha creado un tipo de desconfianza en la clase política en general, pero en particular en aquellas personas percibidas como vinculadas al viejo orden. Algunos ven una correlación entre el desprestigio creciente de los partidos tradicionales y la aparición del fenómeno outsider, encarnado por líderes como Alberto Fujimori en los noventa, Ollanta Humala y Pedro Castillo.

Muchos votantes en América Latina y en otros lugares del mundo han decidido dejar su partido, después de sentirse insatisfechos con el desempeño de este, aunque, claro, en el caso peruano la presencia de una alta volatilidad electoral es una muestra de la falta de identificación partidaria que casi desde siempre han arrastrado los partidos y que hace aún más propicio el escenario para la aparición de outsiders en las contiendas electorales.

¿QUE HACER?

Una variable obvia que se debe considerar con respecto a nuevos partidos políticos es el liderazgo. El tipo de liderazgo que posee un partido puede ser vital para su éxito, ya que son los líderes quienes están más visibles frente al público votante. tienden a crear un culto de personalidad que los hace indispensables para el partido. Es decir, construyen partidos personalistas que casi nunca sobreviven después de su fallecimiento. Los líderes transaccionales, en cambio, dejan una organización de larga duración.

Cuando aparecen los nuevos partidos, como se ha dicho antes, no entran al vacío. Existen ya otros partidos que sirven como modelos para los nuevos. Por eso, el tipo de modelo disponible en el sistema puede ser una variable importante.

Según el politólogo y académico inglés, Alan Ware, “Los nuevos partidos tienden a copiar lo que ven”.

La nueva política democrática latinoamericana ha coincidido con una situación de crisis económica, de ingobernabilidad y de cuestionamiento de las élites políticas. El avance de la llamada antipolítica como nueva política coincide con una suerte de “fatiga cívica” del propio sistema. En tal sentido, esta situación ha provocado el surgimiento de outsiders en casi toda la región, dentro de un espectro político caracterizado por la confusión, el descrédito de los partidos políticos y el agotamiento de las instituciones democráticas.

Estas alternativas a la crisis de representación, vía los partidos políticos, en las diferentes partes del mundo han sido principalmente dos: los denominados movimientos sociales y el surgimiento de independientes u outsiders.

Quienes promueven los movimientos sociales suelen apuntar al carácter elitista de las democracias modernas, o estar enfrentando regímenes autoritarios. La alternativa, en este caso, es una relación más directa con el poder vía la participación de los ciudadanos en la toma de las decisiones que afectan a la población. Quienes resaltan la irrupción de los outsiders, por otra parte, suelen considerar a los partidos en sí mismos como la fuente de los problemas de la democracia, resaltando la necesidad de la población de una comunicación directa con quien toma las decisiones políticas. Tenemos entonces que, como ilusión o realidad, lo que se buscaría es una relación más cercana de la ciudadanía con el poder.

A veces se tiende a confundir movimiento social con grupo de interés, pero si bien el primero está incluido en el segundo, la característica que distingue a los movimientos sociales es la importancia de la movilización colectiva de sus miembros para conseguir sus objetivos.Por ello, generalmente se usa la denominación movimiento social para referirse a los movimientos surgidos de la sociedad civil que luchan por una agenda específica de demandas y concitan la participación directa de los que conforman el movimiento.

Pero la alternativa que más nos interesa, por la importancia que ha tenido en el Perú en los últimos años, es la de los denominados independientes u outsiders y las consecuencias y encontrar un termino medio de donde surja no solo una estabilidad política sino también social y económica, tan reclamada por la mayoría de los peruanos.

Por: Milton Ovidio Pastor Neyra (Licenciado en Ciencia Política, Licenciado en Educación, Magister en Ciencia Política y Estudios de Doctorado en Ciencias de la Educación y Derecho)