Ricardo Sánchez Serra
Nueva York, octubre 2019. Honorables señores miembros del IV Comité de Descolonización:
Hace seis años hablé en este noble Comité pidiendo una solución a la cuestión del Sahara Occidental. Estaba tan preocupado por el bienestar del pueblo saharaui, que sufre y sufre mucho, y que tratando de buscar su felicidad, utilicé argumentos quiméricos, sin un discernimiento profundo, e irreales.
Hoy vengo a decirles aquí que «errar es humano, perdonar es divino y rectificar es de sabios». No se puede actuar con sensiblerías, ni que ello oscurezca el cerebro, porque nubla la razón y nubla la realidad.
Me considero amigo de los saharauis, también de los marroquíes, pero soy más amigo de la verdad.
Yo he estado en los campamentos saharauis de Tinduf, en Argelia, he visto las caras saharauis con sonrisas, pero también tratando de ocultar su desesperación. Son gente virtuosa y hospitalaria que vive en la hamada del Sahara, en un desierto abrupto y árido, que tiene esperanza aún en una solución que tiene que venir de las Naciones Unidas, por la intransigencia de los actuales dirigentes del Frente Polisario, que ha impuesto un sistema totalitario.
He estado en esos campamentos y nadie me puede contar un cuento. Con todo respeto, me gustaría saber cuántos diplomáticos de los que integran vuestro Comité y de los que están aquí presentes, han visitado o inspeccionado esos campamentos.
Sería bueno que vayan y que vean cómo viven miles de saharauis –las cifras exactas no las sabemos porque no hay un censo de la población y que debe exigirse- en la pobreza, en el desempleo, viviendo de la caridad internacional, que cada vez es menor, con violaciones de las libertades (como la de libertad de movimiento y la de prensa, deteniendo a tres saharauis opositores de Iniciativa Saharaui por el Cambio, presos tres meses sin juicio). La población, asimismo, vive indefensa ante los desastres naturales.
Esta parte del Sáhara espera su libertad desde hace 44 años, con sus familias desgarradoramente divididas y que estando en territorio argelino, este no les brinda por lo menos luz y agua, para que vivan dignamente.
En este contexto, Marruecos ha extendido su mano para que vuelvan al suelo patrio, en el sur marroquí, ofreciendo una autonomía, que ha sido considerada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas como “una solución política realista, viable y duradera basada en la avenencia”.
Esta propuesta, supervisada por las Naciones Unidas, es la llave para la paz y la integración del Magreb, y debe ser recomendada por vuestro Comité, porque como realista que es, no habrá vencedores, ni vencidos. Desde hace doce años, repito, esta propuesta es calificada por el Consejo de Seguridad como seria y creíble.
Como parte de este prestigioso organismo internacional, ustedes conocen los detalles de esta autonomía, por la que los saharauis se administrarán por sí mismos y con sus tres poderes, legislativo, ejecutivo y judicial.
Más de siete mil millones de habitantes de todo el mundo os está observando, honorables señores miembros del Comité, para que pongan fin al sufrimiento de los saharauis.
En sus manos está el futuro de un pueblo, que confía en ustedes. Ustedes son su esperanza. Resoluciones cada vez más enérgicas son necesarias ante la intransigencia del Frente Polisario. No los defraude.
Se necesitan resoluciones audaces, justas y realistas, honorable señores del Comité. ¡Pasen a la historia! No sean un Comité más, no sean un Comité de paso, como los anteriores. ¡Pasen a la historia!