En Perú, la salud mental no ha mejorado desde pandemia, así lo revela reciente estudio

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Secuelas de la emergencia del COVID-19 y nuevos hábitos poco saludables, prenden las alarmas sobre la salud mental de los peruanos y latinoamericanos.

Nuestra salud mental no ha mejorado desde la pandemia, y esto prende las alarmas. Según el más reciente informe «El estado mental del mundo», publicado en febrero de 2024 y realizado por Sapien Labs para el proyecto La Mente Mundial, el deterioro del bienestar mental que comenzó entre 2019 y 2020 persiste en todos los continentes, y sin señal de recuperación.

500.000 encuestados en 13 idiomas, a lo largo de 71 países de 9 regiones, permitieron hacer una lectura minuciosa del estado mental de la población, utilizando la evaluación MHQ (Cociente de Salud Mental) y múltiples panoramas dimensionales vinculados a la habilidad para lidiar con el estrés de la vida y funcionar de forma productiva.

La encuesta se realizó solo en países con acceso a internet, tanto desarrollados como en vía de desarrollo, planteando el «bienestar mental» no como un equivalente a la felicidad, sino como la solidez funcional de la mente, donde la felicidad ocupa una pequeña parte.

Las secuelas de la pandemia en la salud mental del mundo hoy

La pandemia del COVID-19 dejó secuelas difíciles de superar. Aunque se tenía la esperanza que, al finalizar el confinamiento, la salud mental de la población retornaría a su estado antes de la pandemia, los datos obtenidos por Sapien Labs reflejan lo contrario.

El uso de la tecnología, el encierro, el consumo de alimentos ultraprocesados y el distanciamiento social por nuevas dinámicas como el teletrabajo, siguen siendo causantes de una afectación de la salud mental que no ha podido recuperarse.

«Los datos de 64 países muestran […] que los efectos del disminuido bienestar mental global se han convertido en la nueva normalidad», indica Tara Thiagarajan, Ph.D., fundadora y científica en jefe de Sapien Labs. «De hecho, muchos de los cambios surgidos de la pandemia persisten, desde el aumento en el trabajo remoto a un mayor uso de plásticos desechables y todo esto puede tener un efecto contribuyente que debe estudiarse y entenderse».

La salud mental de Perú y Latinoamérica después de la pandemia

El bienestar mental en la región no ha mejorado demasiado desde la pandemia, algo que es preocupante. No obstante, países latinoamericanos, entre ellos Perú, encabezan los listados con los resultados más alentadores a nivel global.

En cuanto al promedio de MHQ entre países latinoamericanos, Perú se encuentra en noveno lugar con una puntuación de 77, por debajo de países como República Dominicana, Panamá, Venezuela, Uruguay, Honduras y Colombia, y por encima de México, Ecuador y Argentina.

Dentro de las seis dimensiones del bienestar mental, Perú obtuvo el mejor puntaje en Adaptabilidad y Resiliencia (101), Impulso y Motivación (93), y los puntajes más bajos en Yo social y Humor y Perspectiva, ambos con 77.

En conjunto, los países latinoamericanos, así como los africanos, ocupan la mitad superior de las mediciones, algo que sorprende dada las dificultades que día a día atraviesan estos territorios, mientras en la parte inferior reposan los países más ricos de la angloesfera principal como el Reino Unido y Australia. ¿A qué se debe entonces esta particularidad?

Los países más ricos presentan los peores resultados en salud mental

Un hallazgo paradógico del informe es que, cuanto más rico es un país, peores índices de salud mental tiene. El bienestar mental de la población ha sido ligeramente positivo en Latinoamérica, contrastado con los países anglosajones. Es un hallazgo que contradice la percepción mundial de que la riqueza aumenta el bienestar.

La explicación que arrojan los expertos de Sapien Labs, según las tendencias que arrojan sus estudios anteriores, es que existen conductas normalizadas que están estrechamente relacionadas con un bajo bienestar mental.

Smartphones en niños: En los países más ricos, los niños acceden a mucha más temprana edad a dispositivos electrónicos, algo que repercute gravemente en la salud mental al llegar a la adultez (Age of first smartphone/tables and mental wellbeing outcomes, 2023).

Comida chatarra: Asimismo, el consumo excesivo de alimentos ultraprocesados impacta a estas poblaciones del primer mundo, pues la ingesta de la comida chatarra está directamente relacionada con la depresión y problemas cognitivos (Ultra Processed Food Consumption and Mental Wellbeing Outcomes, 2023)

Aislamiento social: las relaciones familiares y vínculos afectivos y de amistades, que en Latinoamérica tienden a ser más fuertes, son mucho más frágiles en estas naciones anglosajonas, algo que afecta la salud mental y emocional en edades avanzadas de sus pobladores. (Mental State of the World Report, 2022)

«Más riqueza y desarrollo económico no lleva necesariamente a un mejor bienestar mental, sino que puede derivar en patrones de consumo y vínculos sociales resquebrajados perjudiciales para nuestra capacidad de prosperar. Esto desaconseja mucho el centrarse exclusivamente en indicadores económicos como medidas del progreso y bienestar humanos. En su lugar, debe prestarse atención a cómo se crea y usa la riqueza para trazar un camino de prosperidad integral alineada con el bienestar humano».

La conclusión no es motivo de celebración para Latinoamérica, pues aunque ligeramente mejor, la salud mental en la región se mantiene relativamente estática tres años después de la pandemia. No obstante, sí invita a la reflexión sobre la carrera de nuestras poblaciones hacia la generación acelerada de riqueza.

Algunas reflexiones sobre el bienestar mental post pandemia

Que no haya habido cambios sustanciales desde 2020 en estos resultados preocupa. Los expertos de Sapien Labs plantean la pregunta sobre si estos efectos que dejó la pandemia serán permanentes o si estos cambios de nuestra rutina —trabajo remoto, comunicación a distancia, mala alimentación— los normalizamos a tal punto de que no podremos retornar al estado pre-pandemia.

«Es importante que trabajemos para entender por qué no hay recuperación», reflexionan los expertos del estudio. «Como seres humanos en conjunto enfrentamos el riesgo de normalizar un bienestar mental deteriorado que puede tener consecuencias desastrosas para las perspectivas de la sociedad a largo plazo».