Cuando miles de pobladores andinos emigraron a Lima, a comienzos de los años 50, y subieron el cerro San Cristóbal con sus hijos a cuestas, no solo cargaban las esteras y calaminas, también llevaban un saco colmado de recuerdos de su pueblo.
Por eso, al colocar la primera estaca, en realidad, estaban sembrando un árbol de su chacra, anidando mitos, soltando los colores agitados de las aves y de las flores y el canto de los riachuelos que traían en sus bultos. Es decir, estaban poblando el apu de otros apus.
Esto es lo que se revela en la exposición individual «El horizonte de los Apus», la décimo segunda muestra de la artista plástica Katia Landauro, que se presentará del 23 de noviembre al 14 de diciembre en la Galería de Arte de la Unifé (Avenida Los Frutales 954 – La Molina).
Conformada por óleos de gran formato y trabajos en papel en técnica mixta, nos muestra cómo lo andino y su poder telúrico se cuela, en los cerros de Lima, por los resquicios de las esteras y se filtra en el aire, a través de las hojas que revolotean con la cadencia de su mitología y leyendas.
En estas obras, la roca y la arena se han convertido en escenarios de rituales, en los que predominan los colores más representativos de la wiphala: rojo, naranja, amarillo, verde y azul. Según la mitología andina, estos representan el planeta Tierra, la humanidad, la energía, la riqueza animal y vegetal y el espacio cósmico.