Cada 22 de marzo se busca concientizar acerca de la importancia del cuidado y gestión de los recursos hídricos.
Desde hace 32 años, se celebra cada 22 de marzo el Día Mundial del Agua. Esta fecha fue proclamada como tal por la Organización de las Naciones Unidas, en 1992, durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, llevada a cabo en Río de Janeiro.
Como es de conocimiento general, el agua es, entre otros, el elemento más importante para la vida en la Tierra. No es escasa: según el Servicio Geológico de Estados Unidos, este líquido vital cubre el 70% de la Tierra, pero solo representa una milésima parte del volumen del planeta.
En ese sentido, hay aproximadamente 1,400 millones de kilómetros cúbicos de este líquido, pero solo un 2.5% es bebible para humanos y otros animales (agua dulce).
Sin embargo, el Banco Mundial estima que alrededor de 2,000 millones de personas en todo el mundo no tienen acceso a servicios de agua potable seguros, mientras que 3,600 millones de habitantes no cuentan con servicios de saneamiento seguros y 2,300 millones carecen de instalaciones básicas para lavarse las manos, una problemática que desencadena todo tipo de problemas de salud, principalmente en países en vías de desarrollo.
¿Cuál es el panorama del agua en Perú?
En cuanto a América Latina, la región tiene el volumen de agua dulce per cápita más alto del mundo: cuenta con una tercera parte del agua dulce disponible y una dotación per cápita de 22,929 metros cúbicos por persona al año, casi un 300% por encima de la media global, indica el Banco de Desarrollo de América Latina.
A pesar de estos índices, la distribución de este elemento no es equitativa. Perú, por ejemplo, cuenta con 1.89% de la disponibilidad de agua dulce del mundo y casi dos billones de metros cúbicos de agua cada año; pero en la costa (vertiente del Pacífico, donde vive un 66% de la población nacional) solo se cuenta con una disponibilidad de 2.2% de acceso a ella. Esto se debe, principalmente, a la geografía de la región, revela la Autoridad Nacional del Agua.
Otro problema relacionado a este recurso es la contaminación. El río Rímac es uno de los afluentes que más agua provee a la capital. Sin embargo, es común encontrar residuos orgánicos, industriales y relaves en su ribera.
“La contaminación del agua en el país proviene principalmente de los pasivos ambientales mineros e hidrocarburos, minería informal, las descargas municipales y agropecuarias a los ríos y suelos contaminan las aguas superficiales y subterráneas. Por ejemplo, podemos mencionar a la cuenca del río Rímac”, señaló Eusebio Ingol Blanco, docente e investigador de la Facultad de Ingeniería Agrícola y coordinador del programa de Doctorado en Ingeniería de Recursos Hídricos de la UNALM.
Proyectos tecnológicos para garantizar agua limpia y potable
Con el objetivo de democratizar el acceso a agua limpia y bebible, diversos investigadores han iniciado proyectos de filtros y purificadores de agua en beneficio de los más vulnerables.
Por ejemplo, estudiantes de la institución educativa N°6003 Rebeca Carrión de Miraflores, en Lima, pusieron en marcha sus conocimientos en ciencias en concurso de Indecopi para diseñar un dispositivo purificador de agua con generador de energía natural de la fotosíntesis.
Este invento se basa en cuatro procesos en el que utilizan plantas para purificar el agua y queda lista para beber. Además, el prototipo genera energía para prender focos, recargar el celular u otro tipo de aparatos.
También tenemos Stari Yaqua, una tecnología de economía circular que transforma las aguas residuales en agua limpia para regadío de plantaciones agrícolas, abono para fertilizar las plantaciones y biomasa de insectos rica en proteínas.
El procesamiento del agua contaminada se realiza por bioconversión. Esto significa colocar un ecosistema microbiano, larvas y lombrices para la degradación y transformación de estos residuos sólidos en humus. El humus y las biomasas de larvas son comercializados a precio social a agricultores, piscicultores y avicultores de la zona.
Esta iniciativa fue financiada por ProInnóvate, al igual que “Yakufil Home”, un sistema para tratar aguas grises domésticas (que no contengan materia fecal) mediante uso de “jardines depuradores”, que ocupa un mínimo espacio y son instalados en paredes de edificios.
Este método verde, además de aportar una belleza paisajística, permite el reúso del agua tratada con fines no potable (riego de plantas), generando un ahorro del recurso. El sistema depurador está compuesto por plantas fitorremediadoras con sustratos modificados.
AgroSanidad es una microempresa que ha creado un sistema de filtros de arena de bajo costo para eliminar patógenos y metales en el líquido elemento, y que pueda ser empleado por amas de casa o de manera comunitaria en centros poblados. Estos dispositivos son el Filtro Bioarena (FBA) y el Filtro Lento de Arena Intermitentes (FLAI), que ya vienen implementándose en dos centros poblados del distrito de Lurigancho – Chosica.
En ese sentido, A&B Ecosistemas tiene otra propuesta: un equipo portátil para el tratamiento, purificación y envasado de agua, que permitirá dotar de este vital elemento a aquellas poblaciones afectadas durante los desastres naturales. Esta innovadora miniplanta convierte el agua turbia en un recurso de calidad para consumo humano y la envasa en botellas, bidones y bag in box.
Asimismo, los hermanos Tony y Nick Beltrán emprendieron el proyecto Aquamoss, un emprendimiento social y ambiental que elabora filtros de agua de bajo costo, rápida producción y con materiales ecosostenibles. Su principal objetivo es obtener agua para consumo humano libre de contaminantes de todo tipo.
Según sostiene Tony Beltrán, administrador de empresas y co-creador de Aquamoss, los filtros-módulo permiten eliminar elementos patógenos presentes comúnmente en el agua proveniente de las redes públicas. Asimismo, aseguran la remoción del arsénico y otros metales pesados que pueden comprometer la salud de las personas a largo plazo.
Finalmente, destaca el proyecto del economista peruano Mauricio Córdova del Carpio, quien diseñó Faircap, un purificador de agua sencillo, portátil y accesible, con el objetivo de beneficiar a las poblaciones más vulnerables del país y el mundo.
El aparato es pequeño y tiene la forma de un tubo de ensayo. Se coloca (enrosca) en una botella de plástico, ya sea de gaseosa o agua, que deberá estar llena del agua a tratar, que puede ser de un lago, río o cualquier cuerpo de agua dulce. Por último, se deberá presionar la botella para beber directamente de ella o verterla en otro envase, para cualquier otro fin.
En 2019, Faircap ganó el Solve’s Healthy Cities Challenge, un concurso de financiamiento organizado por el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). En total, la startup recibió US$ 85 mil dólares para continuar su investigación y expansión. Su impacto ha sido tal que el dispositivo ha sido entregado a cerca de 55 mil familias.
¿Usar agua de mar?
A pesar de que existen nuevos mecanismos para utilizar agua salada, su implementación es muy limitada: “Toda el agua que corre por los ríos termina en el mar y se convierte en agua salada. Hay tecnología que es capaz de filtrar esta agua y volverla apta para el consumo humano; sin embargo, no es accesible en los países en desarrollo debido a su alto costo”, detalla la Dra. Susan Medina, investigadora principal de la Universidad Científica del Sur (UCSUR).
Otras tecnologías están orientadas a reutilizar el agua. “Una tecnología importante es la desalinización del agua, que busca tener más agua dulce a disposición. Esto se hace muchas veces mediante el proceso de ósmosis inversa. Otra tecnología es la remediación de agua, que se transforma las aguas sucias (conocidas como aguas grises o negras resultado del uso industrial o doméstico) en agua limpia utilizable. Este proceso puede ser químico o biológico”, explica.
“Combinar esto con la economía circular hace realmente eficiente el uso del agua, ya que a partir del agua residual o agua que ya se utilizó en alguna actividad se vuelve a producir agua limpia que puede entrar a otro proceso natural, tecnológico, industrial, urbano o de cualquier capacidad”, detalla.
Por otro lado, también hay iniciativas interesantes para democratizar el acceso al agua. Refill es una red de dispensadores en la que se puede comprar agua tratada sin botella (en tu propio contenedor) a un precio justo y accesible (desde 0.10 céntimos). A partir del uso de las estaciones Refill, se ha conseguido disminuir el uso de 22 900 botellas de plástico de medio litro en el año 2023. Actualmente, están haciendo mejoras en los dispensadores para migrar del consumo de energía eléctrica a la solar.
Los distribuidores de Refill se encuentran disponibles en distintos puntos de las ciudades de Arequipa, Cusco, Huancayo y Lima.
Por su parte, la Cooperativa Agraria Valles del Café ha puesto a disposición de las familias productoras de café de las comunidades de Chirinos, Tabaconas y La Coipa, en la provincia de San Ignacio, un método de fertirriego tecnificado con aguas mieles (aguas residuales del lavado de las cerezas de café), que permite recuperarlas en casi su totalidad. Su empleo ayuda mucho al productor cafetalero durante la época de bajas precipitaciones.
El surtido de las aguas mieles suma en la calidad del grano de café, impactando directamente en los ingresos del agricultor.
¿Cómo cuidar el agua?
La especialista señala que deben considerarse dos aspectos clave: el consumo y las prácticas responsables. A partir de ello, brinda las siguientes recomendaciones:
– Si se toma una ducha, esta debe de ser de máximo cinco minutos por la gran cantidad de agua que se usa.
Los sistemas de agua (griferías, ternas, sistemas sanitarios) deben estar en óptima condición para evitar el desperdicio de agua.
– Utilizar aparatos ahorradores es clave para reducir el gasto de agua.
– Cuidar las cañerías y cerrarlas después de su uso.
– A nivel regional, realizar prácticas como la cosecha de agua. Esto consiste en tener pequeños reservorios para cuidar el agua, lo que es ideal en el contexto de lluvias abundantes, ya que se pueden preservar para el futuro.
“No podemos olvidar también respetar el cauce del agua. Los ríos, las quebradas, toda bajada de agua, a pesar de las sequías siempre retornaran a su cauce. Debemos aprender a respetar esos espacios y convivir con ellos, siempre teniendo en consideración las medidas para evitar futuros desastres naturales”, finaliza.
Fuente: Agencia Andina