Día de los Muertos en México

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Por Daniel Cholakian

El día de muertos en México es uno y son muchos. Aunque el 2 de noviembre es oficialmente el día de todos los muertos y feriado en todo el país, ya varios días antes los mexicanos festejan, dan sus ofrendas en agradecimiento y recuerdo a quienes los precedieron en la vida, se pintan, disfrazan y salen a la calle a reponer el sentido de la vida a través de un modo de comprender la muerte como una instancia más del ser.

Las gentes en las calles

Los mexicanos ganan las calles en sus ratos libres. No se esconden, no parecen quedarse en el mundo privado, sino que recorren las calles, las plazas centrales, los museos. Todos los espacios comunes.

En la ciudad de México, particularmente, el centro histórico es recorrido por cientos, miles, millones de personas cada domingo, cada día de guardar. Cualquiera de los días de muertos no es menos, obviamente.

Caminar en este mar de buenas gentes tiene sus recorridos, sus modos y sus lógicas. Es mucho más sencillo de lo que uno se imagina si está dispuesto a aprender

Los muertos de los negocios

En los días de fines de octubre los negocios se llenan de muertos, zombies o cuanto sujeto del terror pueda uno imaginarse. Tiendas llenas de jóvenes cadavéricas, tenderos monstruosos o melancólicos jóvenes ya idos, atienden al cliente para vender desde un cigarrillo suelto hasta una mac de última generación.

La mirada melancólica denuncia un joven seguramente muerto de amor

¿Cuánta maldad esconde esa mirada de zombie?

Puebla: fanáticos de Johnny Depp y el inconciente policial

manosdetijerasLa plaza de Puebla vive una noche fantástica después de una tarde de lluvia que inundó algunas de las zonas periféricas de esta hermosa ciudad, la que probablemente sea la de mayor cantidad de iglesias por habitante y por metro cuadrado del mundo. Y si no lo es, se merece el título, por el esmero católico de sus habitantes, por el orgullo Poblano y por su mole y su inigualable Chile en nogada.

La plaza se convierte en lugar de encuentro para festejo de muertos. Las familias van con sus niños disfrazados de modos maravillosos, quienes piden a cambio un dulce o una moneda. Todos giramos en rededor de la plaza viendo y admirando el trabajo de vestuario y maquillaje de niños y adultos.

Sobresalen a la vista del paseante dos cuestiones. La primera es la omnipresencia del actor estadounidense. El joven manos de tijera, El sombrerero loco (que compartía “cartel” con otro personaje creado por Tim Burton, Beetlejuice), el infaltable Jack Sparrow y Victor Van Dort, el novio del cadáver.

La segunda es la policía presente en el lugar, que con mitad de su cara pintada como cadáver, llevaba por un corto recorrido, a quién quisiera subirse, en sus cuatriciclos. La policía, con dos caras, era una invitación a pensar inevitablemente en la realidad mexicana. ¿Cuál es la cara real y cuál la falsificada? ¿La que representa a la ley y el orden o la que representa a la muerte? ¿Será que las instituciones tienen inconsciente y en este caso le jugó una mala pasada?

Viajar en compañía de muertos

El metro de la ciudad de México es sin dudas una de las mejores formas de recorrer las enormes distancias que puede haber entre un punto y otro. Y en los días de santos y muertos, el viaje es entre zombies. Los niños monstruosos quejándose del calor con sus disfraces y las jóvenes muertas hablando sin parar por sus teléfonos celulares. Y todos, absolutamente todos, marchando con sus colores y sombras por los pasillos atestados y las escaleras siempre concurridas.

Pan de muertos

Tal vez la octava maravilla del mundo sea el pan de muertos con nata. Probarlo y comenzar obsesivamente a oler a pan de muerto en cada calle la ciudad hasta encontrar el siguiente, es casi inevitable. Profundamente mantecoso, dulce, delicado y esponjoso al ser mordido, sospecho que este pan maravilloso hace revivir a cualquiera. Utilizado como ofrenda a los que nos antecedieron en la vida, que este es el sentido esencial del festejo de difuntos, el pan es esencial en cada uno de los pequeños altares que cada quien monta en homenaje a sus muertos.

Pan de muertos en el Centro Histórico de CDMX

Su forma circular simboliza el ciclo de la vida y la muerte, la bolita superior refleja la imagen de un cráneo, el sabor a azahar se añade en honor a los ya fallecidos y las cuatro canelillas representan los huesos y las lágrimas derramadas por aquellos que hoy ya no están con nosotros; mismas que se colocan en forma de cruz indicando los cuatro rumbos del universo y los puntos cardinales dedicados a un dios distinto; Tezcatlipoca, Tláloc, Quetzalcóatl y Xipetotec.

El día que James Bond inventó el desfile de muertos

En el comienzo de la última película de la zaga de James Bond, “Spectre”, el super agente camina por las calles de la ciudad, en la zona de la plaza Manuel Tolsa, en medio de una desfile de muertos vivos. Este desfile no existe ni existió en la tradición mexicana. Al menos hasta el sábado 29 de octubre. Ese día, y según las declaraciones del ministro de turismo de México, Enrique de la Madrid, se llevó a cabo por primera vez un desfile, copiado del film estadounidense. Según él, se hizo a instancia del presidente Peña Nieto, pues mucha gente se preguntaba si cuando viniera a México vería algo similar al tramo inicial de la película del agente 007. “Pues tuvimos que hacer algo igual”, declaró de la Madrid. Aparentemente la ciudad de México prefirió honrar el tradicional paseo de muertos en bicicleta que el fastuoso desfile inventado por James Bond.

¿Halloween o Muertos?

Subo a un taxi. Rápidamente el taxista me cuenta que todos están preparándose para Halloween, el modo en que los gringos festejan estos días. Le pregunto

– ¿Halloween o Muertos?.

– Muertos era antes, ahora todos festejan Halloween, como en Estados Unidos.

– No parece, replico.

– Puede ser, pero le aseguro que ha cambiado mucho. Ahora andan todos disfrazados como los estadounidenses. Falta Mickey nomás.

Yo, personalmente, sigo convencido que es una fiesta tradicional y popular.

 

Las ofrendas

Hubo un hecho que me sorprendió: en los altares en homenaje y recuerdo a los muertos, donde se ofrenda comida, bebida y elementos que reconforten este momento de quienes recordamos, vi apenas dos que homenajeaban, entre los fallecidos queridos, al cantante Juan Gabriel. Uno en el paseo de los artistas en Puebla y otro en el pequeño altar al ingreso de la hostería La Bota, en la que cenamos con el amigo Marcos Daniel Aguilar, un excelente periodista y mejor anfitrión, director de la Revista Desocupado.

Comprender el sentido íntimo y tradicional de las ofrendas es clave para comprender estas jornadas. De algún modo me he ido con la sensación que hay allí un entendimiento de la vida que finalmente propone un universo cultural que se entrelaza de un modo muy profundo con el presente mexicano.

El organillero del terror

No he visto en otras ciudades de América Latina una presencia tan masiva de organilleros como la que he visto en Ciudad de México. En el centro histórico se encuentran en todas las cuadras, pero también los hay en Chapultec, en el paseo Juárez, Reforma, Coyoacán, Puebla y muchos otros lugares por los que he caminado. Su sonido recuerda el de las viejas cajitas de música. Hoy podríamos hablar de un “loop”. Giran la manija durante horas y simplemente acercan la gorra para que el paseante deje alguna pequeña moneda. En la ciudad que cruza los Starbucks de a por cuadra con edificios enormes y cargados de diseños extraños, los organilleros son un espacio de realidad necesario.

#NiUnaMenos

No es esta la frase que se usó por estos días -aunque si está presente en todo México el reclamo- pero la denuncia por los femicidios estuvo presente también en días de muertos y santos. En algunos casos de un modo directo, en otros de un modo simbólico, la referencia a la violencia contra las mujeres ocupó gran parte de este modo popular de encuentro colectivo. Porque si la violencia en México es mucha e insondable, mujeres y jóvenes son, sin dudas, sus principales víctimas

Ceremonial indígena justo frente a “El caballito”

“El caballito” es una estatua es una estatua ecuestre del rey Carlos IV emplazada en la plaza Manuel Tolsa (si, la misma en la que James Bond inventó el desfile). Más allá de su magnificencia, es una sola pieza en bronce fundido de ocho toneladas, lo significativo es que la pata trasera del caballo pisa, como alegoría de dominación, el águila y el carcaj, símbolos deI antiguo Imperio Azteca.

En esa plaza celebraron el ceremonial de la danza Cemanahuac, que una comunidad quiere que se reconozca por parte de la UNESCO como patrimonio cultural de la humanidad.

 

 

 

 

 

 

 

 

El ceremonial incluye las ofrendas y el homenaje tanto a niños, los santos, como a adultos. Se dispone de un camino que tiene nueve etapas, que son las que recorre el difunto hasta su morada final y una danza ritual que acompaña ese viaje.

Luego de conversar con uno de los participantes, que nos explicó en castellano, pero también en su lengua, el nahuatl, él nos ofrendo con la misma comida que ofrecían a sus amados difuntos. Lo hizo luego de consultar a una mujer mayor, que presidía esa ceremonia. Más allá de la profunda emoción que sentimos por el gesto, la mandarina que recibí y comí, calmó la sed acumulada luego de horas y horas de caminar por la ciudad.

Esa sensación de que la ofrenda guarda en su simbolismo el sentido aún más profundo de compartir el agua y el alimento con quien lo necesita, es sin dudas la confirmación de que tras las formas diversas, los espacios o los grupos étnicos o etarios, el festejo de día de muertos en México está enraizado en una tradición popular secular que se sostiene en un remoto pasado de un profundo sentido comunitario de la vida.

Me llevo de allí un aprendizaje inolvidable

(Fuente: Nodal)