Olguín Grandez Culqui, actualmente es el jefe del Servicio de Cuidados Intensivos del Hospital de Lima Este – Vitarte
En el Día de la Medicina Peruana, el Hospital de Lima Este – Vitarte del Ministerio de Salud (Minsa) conmemora la ardua labor del Dr. Olguín Grandez Culqui, quien en la actualidad es el jefe del Servicio de Cuidados Intensivos; venció a la covid-19 tras una ardua lucha de 45 días en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y su experiencia le ha permitido valorar aún más el trabajo del personal asistencial.
Olguín Grandez, hijo único, nació en Iquitos y creció en la ciudad de Tarapoto. Su padre de profesión ingeniero, y su madre se desempeñó como secretaria. Desde que tiene uso de razón domina las matemáticas al revés y al derecho. Recuerda que participó en uno de los concursos más reconocidos en la década el 90 y que representó al Perú en la ciudad de Buenos Aires, Argentina.
“En el año 1997, mi colegio Ofelia Velásquez compitió contra la Gran Unidad Escolar Guadalupe en el concurso “Los que más saben” que se desarrollaba en Lima, ¡y ganamos! Fui campeón nacional de matemáticas. Luego representamos al Perú en la Olimpiada Latinoamericana de Matemáticas, que se realizó en la ciudad de Buenos Aires del país hermano de Argentina, y ocupamos el segundo puesto”, comentó el hoy jefe del Servicio de Cuidados Intensivos.
Muchas personas nacieron destinadas para ser médicos, pero también existen aquellos que sienten el llamado o lo descubren por las diferentes circunstancias de la vida. Olguín ingresó a la facultad de ingeniería mecatrónica cuando cursaba el cuarto año de secundaria, pero no fue su decisión final, la cual la cambió radicalmente en cuestión de meses.
Su primer contacto con el mundo de la medicina, fue cuando cursaba el quinto de secundaria. Su madre enfermó y posteriormente fue diagnosticada con bradiarritmia severa e ingresó a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). La operaron de emergencia y presentó complicaciones. Después de 45 días logró ser referida al Hospital Edgardo Rebagliati. La poca información y sin poder verla por ser menor de edad fueron los determinantes para que Olguín Grandez abrace la profesión de la medicina.
“Ver pasar a los médicos y enfermeras todo el día, y sin saber nada, era desesperante. Solo sabía que mi madre estaba grave hasta que, finalmente, salió la referencia. Ya en Lima, conseguir una válvula era una odisea. Si mi madre está viva, es porque Dios es grande. Esa experiencia me marcó y me propuse ser médico”, precisó el Dr. Grandez con un tono de voz firme y seguro.
Grandez Culqui, estudió en la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana (UNAP). La primera especialidad que hizo fue de cardiología para atender a su madre y, la segunda, es terapia intensiva, sin imaginar que años después iba a ser paciente en este servicio.
MÉDICO SINÓNIMO DE SACRIFICIO
El jefe del Servicio de Cuidados Intensivos considera que, ser médico es sinónimo de sacrificio y que la sociedad ha perdido la sensibilidad hacia ellos. “Siempre se escucha decir que el médico se lleva la gran vida. La verdad, no es así. En el Perú, ser médico nos cuesta bastante, sacrificamos, tiempo, familia, dinero y muchas cosas que dejamos para desempeñar nuestra función. Es la única profesión que se estudia muchos años entre el pregrado y la especialización, prácticamente 10 a 14 años”, precisó.
Además, precisa que el médico tiene que ser empático, veraz y sincero, inclusive cuando tiene que dar un diagnóstico.
Para Grandez y todos sus colegas, les resulta gratificante cuando recuperan a los pacientes casi de la muerte y, cuando los pierden, se preguntan en qué fallaron. “En este servicio estamos en contacto con la muerte. Vemos cuando un paciente está muriendo y recuperarlo, es una satisfacción, no solo para el médico sino para todo el equipo multidisciplinario: es la mayor remuneración que podemos tener”, sostiene.
TODO UN GUERRERO
Durante la pandemia, Olguín Grandez luchó directamente contra la muerte. Estuvo internado 45 días en UCI, 22 de ellos intubado. Él cayó primero y luego su padre y abuelo. Su paso por este servicio le ha permitido valorar aún más la labor que brinda el personal asistencial. “Están pendiente de cada segundo, monitoreando y aspirando las secreciones”, añade.
El especialista insta a la ciudadanía a percibir el trabajo de fondo que hacen los médicos. “Los que trabamos en UCI estamos sensibilizados, estamos entre la vida y la muerte a diario”, puntualizó quién hoy en día es padre de tres niñas.