“Cuestión de semántica”… Por Octavio Huachani Sánchez

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La publicación de la opinión de la Comisión de Venecia, órgano consultivo del Consejo de Europa en materia constitucional donde recuerda que «todo proceso de reforma constitucional debe preservar el principio de separación de poderes». Agregan que «vincular una reforma constitucional a una moción de confianza es inusual». Pero dejan en claro que «La Constitución peruana no especifica alguna limitación explícita con respecto a los asuntos que podrían estar relacionados a la cuestión de confianza».

Lo curioso es que de todo el texto de la Comisión de Venecia la palabra “inusual” fue motivo de debates entre políticos, opinologos y congresistas. Ni hablar de las redes sociales.

¿Pero qué es inusual? Según el Diccionario de la Real Academia inusual es sinónimo de infrecuente, de no usual. No dice que se trata de algo prohibido.

Las interpretaciones de abogados y opinologos difieren dependiendo del lado de la vereda en que se encuentren.

El lenguaje de los políticos

En el caso de los políticos, congresistas para ser exactos, su lenguaje es ambiguo y la mayoría de veces sin contenido. Se caracteriza por la anomia, por el planteamiento de un asunto que no corresponde a los problemas reales de una sociedad que los eligió.

Cuando están en campaña en sus discursos destaca la hipérbole, la  exacerbación y la ambigüedad semántica. En realidad el lenguaje de los políticos, sobre todo en provincias, es una trampa porque a fuerza de repetir sus mensajes, muchas veces suelen crear un estado de opinión en una sociedad completamente ansiosa, frustrada y necesitada de promesas.

Una sociedad poco avisada, inculta es propicia al engaño. Y el  engaño en nuestro país tiene vieja data. Y todo sigue igual. No hay discursos ni actitudes nuevas ni en la izquierda ni en la derecha.

Las palabras democracia, estado de derecho, justicia, libertad de opinión, otrora diáfanas, han perdido credibilidad por políticos, jueces, empresarios y abogados que las denigraron perversamente a base de engaños, triquiñuelas, acomodos, insultos, intrigas, difamación, ambición, calumnia y traición.

Con gran acierto Sir Winston Churchill describía a los políticos de esta manera: “El político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene; y de explicar después por qué fue que no ocurrió lo que él predijo”.

Los políticos y la semántica

Las cosas existen cuando hay palabras para nombrarlas. Y si las desconocemos podemos recurrir al diccionario. Y la semántica siempre estuvo lejos de los políticos. Claro que ahora la distancia es mayor. La elección de Tamar Arimborgo como presidenta de la comisión de Educación del disuelto Congreso nos releva de mayores comentarios.

Durante el primer gobierno del arquitecto Fernando Belaunde Terry, Carlos Cueto Fernandini, fue ministro de Educación, y fue censurado por decir o “Yo no entiendo bien el idioma español, o tal vez los parlamentarios que han pronunciado esas palabras no conocen el valor semántico de las mismas”.

Carlos Cueto Fernandini fue victima de una censura que tenía visos de venganza política y no por calidades profesionales, que las tenía.

Su biografía indica que Cueto Fernandini  fue profesor visitante en el Teachers College de la Universidad de Columbia y en la Universidad de Indiana.

De 1957 a 1958 trabajó en el Departamento de Educación de la UNESCO, en París, como Director de Proyectos de los Programas de Educación para América Latina.

De 1959 a 1961 dirigió el Departamento de Educación de la OEA y, más adelante, fue miembro del directorio del Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación con sede en París y del Comité de Asesores Técnicos de la Oficina Iberoamericana de Educación en Madrid.

De retorno en el Perú, fue solicitado para enseñar cursos de su especialidad en la Universidad de Lima (1962), en la cual asumió posteriormente el vicerrectorado (1968). Fue también profesor de la Facultad de Educación de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

Fue nombrado director de la Biblioteca Nacional del Perú, cargo que ejerció del 8 de agosto de 1962 al 14 de octubre de 1966, y en el que inició un amplio programa de difusión de bibliotecas populares.