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lunes, 21 abril, 2025
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Bolivia: Cuatro municipios fronterizos, en alerta roja por la cepa brasileña

La cifra no es menor. Bolivia comparte la mitad de sus límites con Brasil, el país desbordado con la nueva cepa de coronavirus. El temor está latente pese al cierre de fronteras decretado por el Gobierno.

Los municipios fronterizos creen que la nueva variante de coronavirus ya está en su territorio, aunque la precariedad del sistema sanitario impide constatarlo.

“Creemos que el virus está en Cobija porque tenemos pacientes muy jóvenes con nueva sintomatología que no hemos visto en la anterior ola. Sin embargo, no tenemos la certeza para demostrarlo porque aún no hemos recibido el resultado de las muestras que enviamos a Inlasa (La Paz). Estamos a la espera, sabemos que desde allí se enviarán a otro laboratorio fuera del país”, señala la gobernadora de Pando, Paola Terrazas.

No hay certezas pero la sospecha crece. Cobija, Guayaramerín, San Matías y Puerto Quijarro comparten tanto colindancia con Brasil como gran flujo comercial, cultural y social que, ante la nueva cepa amazónica, se tornan en amenaza. El Gobierno decidió cerrar las fronteras por siete días pero las autoridades sospechan que el virus posiblemente esté ya en circulación.

Los cuatro municipios están en alerta roja no sólo por su proximidad sino también por sus insuficientes condiciones sanitarias: faltan médicos, camas de terapia intensiva, medicamentos y oxígeno.

Ciudades interdependientes

La personalidad de las ciudades fronterizas es peculiar. Se traza sobre contextos urbanos con características propias marcadas por la delimitación territorial y el intercambio continuo. La vida de sus ciudadanos por lo general está muy relacionada a esta condición. Bolivia y Brasil comparten cuatro puntos fronterizos en los que hay interdependencia de ciudades.

El primer lugar, al norte, Cobija (Pando) se une a Brasilea (estado del Acre) por el Puente de la Amistad. La infraestructura que tiene una longitud de 80 metros es atravesada incluso por personas caminando o en motocicleta con alta frecuencia. Se vive en una ciudad y se trabaja en la otra. Se estudia en un país y se compra alimentos en el otro. No hay límites marcados.

“Hemos hecho una reunión binacional con autoridades de las dos ciudades brasileñas cerca de Cobija y hemos acordado de que es necesario tomar acciones conjuntas. Creemos que cerrar la frontera puede afectar demasiado a la población por la cercana dependencia de actividades aquí y allá. El año pasado, cuando se cerraron las fronteras, tuvimos el encarecimiento de los productos y el ingreso por contrabando. Tememos que vuelva a ocurrir”, explicó la Gobernadora pandina.

Un segundo punto transfronterizo está sobre el Río Mamoré en el tránsito de Guayaramerín (Beni) hacia Guajará-Mirim (estado de Rondônia). Durante todo el día barcazas de madera llevan y traen a personas con mercadería, alimentos e incluso muebles. Hay un intenso intercambio por vía fluvial que no cesa y que permite en cuestión de minutos estar en un país o en otro.

“La gente cruzaba la frontera con un certificado de antígeno nasal negativo. Había control de un lado y de otro pero no se interrumpió el intercambio comercial. La gente ha estado transitando de ida y vuelta durante la segunda ola”, cuenta José Alberto Cuéllar, epidemiólogo de Guayaramerín.

Otro lugar fronterizo entre Bolivia y Brasil es San Matías (Santa Cruz) que está a una hora y media de Cáceres (estado de Mato Grosso). El viaje se hace en vehículo particular aunque también hay buses que hacen el recorrido.

A Cáceres llegan los matieños buscando socorro sanitario, queriendo abastecerse de alimentos e incluso muchas mujeres van hasta allí para dar a luz a sus hijos intentando garantizarles atención médica. “Es el vecino rico”, dicen en la jerga local.

“Conversamos con la alcaldesa de Cáceres y ella manifestó que no quiere que se cierre la frontera como un acto de solidaridad para San Matías. Nosotros tenemos pacientes que son atendidos en esa ciudad, hay cesáreas, atención traumatológica y otras especialidades. Como municipio, necesitamos de Cáceres”, explica Fabio López, alcalde de San Matías.

Agrega que ante el cierre, “hay que hacer acuerdos para que los pacientes graves puedan ir al vecino país y no interrumpir su atención médica”.

El último punto colindante es Puerto Quijarro (Santa Cruz) cuya distancia con Corumbá (estado de Mato Grosso do Sul) es aproximadamente media hora de viaje. El tránsito es fluido a cualquier hora del día.

Hay buses que hacen trasbordo en la frontera y también se la puede cruzar en vehículos particulares. En la zona boliviana se comercializan muchísimos productos brasileños de primera necesidad, desde arroz hasta papel higiénico.

“Cada día pasan alrededor de 10.000 personas por esta frontera y a pesar del control sanitario, hay la posibilidad de que llegue alguien que esté con el virus en periodo de incubación. Por eso, veníamos insistiendo en que se debía cerrar la frontera para hacer un control y evitar el colapso”, señala Carlos Hurtado, gerente de la Unidad de Epidemiología del Sedes de la Gobernación de Santa Cruz.

Las necesidades urgentes

“Brasil es un infierno de Covid”, aseveró con dureza durante una entrevista radial el doctor Élmer Huerta, médico peruano que radica en Estados Unidos. Esa sentencia resume la situación de cifras desbordadas de contagios y muertes que reporta el país vecino, con el cual Bolivia comparte una frontera de 3.423 kilómetros Ante esta situación, los municipios fronterizos están en alerta por las palpables necesidades de sus sistemas sanitarios.

“Tenemos una sala especializada en Covid con 14 camas. De ésas, tres camas son para cuidados intensivos pero ahora no funcionan porque no tenemos intensivista. También hay necesidad de oxígeno y de medicamentos. Ha subido mucho el precio de las medicinas por la escasez. Lo que normalmente cuesta 35 o 40 bolivianos hoy está en 170, 180”, señala con preocupación, José Alberto Cuéllar, epidemiólogo de la red de Salud de Guayaramerín.

En esa localidad no hay terapia intensiva y según explica el médico, si un paciente requiere intubación, debe ser evacuado en avioneta a otra ciudad o departamento. “Debe tener bastantes recursos la familia para trasladar al paciente porque cuesta hasta 1.500 dólares sacarlo en avioneta y hay que ver si hay una en Trinidad o buscarla en Santa Cruz”.

En Guayaramerín, 500 vacunas AstraZeneca fueron robadas el jueves y aunque se recuperaron al día siguiente, no se utilizarán porque se rompió la esencial cadena de frío.

Carlos Hurtado, gerente de la Unidad de Epidemiología del Sedes Santa Cruz, quien realiza recorridos por Puerto Quijarro, Puerto Suárez y San Matías, advierte sobre la necesidad de habilitar centros de aislamiento en esos municipios fronterizos para distanciar a los asintomáticos y evitar la propagación del virus.

En Puerto Quijarro hay 12 camas en el hospital y ninguna funciona para terapia intensiva. “Aquí se registraron 12 casos y dos fallecidos. Habían tenido nexo con una persona que llegó de Sao Paulo, por eso vinimos para rastrear los casos. Creemos que es oportuna la cuarentena, el cierre de fronteras o el aislamiento de 14 días de los que ingresan”, opina Hurtado.

En el caso de Cobija, la Gobernadora de Pando admite limitación de camas de hospital disponibles. “Tenemos un centro Covid, que se habilitó en un hospital de tercer nivel, pero tenemos sólo capacidad de terapia intermedia para seis pacientes y 15 camas para terapia intensiva. Esta última semana murieron seis personas, estamos llegando a un punto en el que no podemos controlar la situación; por eso hay que hacer acciones conjuntas con Brasil”, admite con pesar la autoridad.

Por su parte, el Gobierno, como medida ante la amenaza, optó por reforzar los controles sanitarios, priorizar las pocas vacunas disponibles para las zonas fronterizas y cerrar por siete días, hasta el jueves, las puertas que unen a Bolivia con Brasil.

Hay dolor abdominal y de articulaciones

Los nuevos síntomas del virus levantan sospechas

La situación crítica de Covid en Brasil está vinculada a la mutación amazónica del SARS-Cov-2, también llamada “Brasil P.1 o cepa Manaos”. Según un estudio brasileño-británico, ésta surgió en esa ciudad, capital de Amazonas, en noviembre.

La nueva cepa se detectó por primera vez en Japón, en cuatro ciudadanos de ese país que regresaron de Brasil en enero. Diversos estudios advierten la peligrosidad de la variante denominada Amazónica por ser más contagiosa y más agresiva.

¿Por qué se sospecha que está circulando en ciudades fronterizas de Bolivia? La primera razón tiene que ver con el alto intercambio que hay en las cuatro urbes colindantes pero también, por el distinto comportamiento del brote y la nueva sintomatología que reportan los pacientes en las consultas externas.

“No tenemos los resultados aún de las muestras que hemos enviado al laboratorio. Pero puedo hablar de manera clínica y contar que hemos visto la diferencia con los otros brotes. Ahora las personas no pierden ni el olfato ni el gusto. Vemos que hay dolor lumbar y abdominal muy fuerte como si hubiesen tenido una perforación de úlcera. Hay dolor de articulaciones que nos hace confundir con el dengue. Es muy crítica la situación porque en dos días muchos fallecen. Es letal”, refiere José Alberto Cuéllar, epidemiólogo de la red de Salud de Guayaramerín.

“La semana pasada tuvimos 262 casos. Desde el sábado hasta el martes, ya teníamos 127 casos. Creemos que superaremos los 300 pronto, es un incremento preocupante. Por eso sospechamos que podría tratarse de la nueva cepa de coronavirus. No tenemos la evidencia del laboratorio porque aún no hemos recibido el resultado de las muestras que enviamos, pero por ejemplo, hemos notado que es mucho más agresiva con los jóvenes y ya no sólo con las personas de la tercera edad, como venía ocurriendo”, considera Paola Terrazas, gobernadora de Pando.

Fuente: Agencia Nodal/Página Siete

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