Sin duda, el presidente Pedro Pablo Kuczynski vive el momento más difícil de su gobierno. Por un lado ha tenido una actuación lenta y torpe en el manejo del problema de la huelga de maestros y por otro ha mostrado que tiene una bancada dividida. Y en ese sentido PPK debería ser realista y reconocer que no solo tiene un partido político débil, sino que, al no mantener reuniones de coordinación con sus congresistas, está distanciado de su partido.
Peor aún. Esta situación viene siendo aprovechada por la bancada de Fuerza Popular y el Apra para mantener jaqueado al Presidente en todos sus extremos. Hace pocos días el Congreso decidió interpelar a la ministra de Educación, Marilú Martens. Como siempre, Héctor Becerril, de FP, fue más allá: ha pedido la renuncia de la ministra.
Todos los peruanos saben que lo que se requiere en estos momentos son soluciones. Soluciones que hasta el momento el Congreso no ha planteado.
Por el contrario la respuesta del Congreso ha sido la interpelación. ¿En qué Ayuda eso? Obviamente que en nada. El interés de los congresistas de la mayoría no es ayudar en hallar una solución de la crisis. Es crear una crisis. Quieren mostrar que ellos, desde el Parlamento, pueden marcar el ritmo en el manejo del país.
Prueba de ello es que ante el pedido para que el presidente Kuczynski acuda al 72 Período de Sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en Nueva York, el fujimorismo le lazó una serie de críticas, alguna de ellas irrespetuosas, por decir lo menos.. El vocero alterno de Fuerza Popular, Héctor Becerril, por ejemplo, dijo que el Jefe de Estado “no está física ni mentalmente” en el país, pues no logra conectar con los problemas existentes.
Sin embargo no ha tenido reparos en recibir en su Despacho a los dirigentes del Comité Nacional de Reorientación y Reconstitución del Sutep (Conare-Sutep), uno de los sectores de maestros inconformes con la hegemonía de Patria Roja se formó en el 2003. Desde entonces tuvieron como meta alcanzar la dirección nacional del Sutep, para ello iniciaron una labor de tomar los sindicatos regionales, cosa que ahora vemos.
El próximo paso debería ser el de convocar a elecciones nacionales para lograr su meta de arrebatarles el timón de mando al grupo dirigido por Rolando Breña Pantoja.
Pero ahora quieren obviar ese trámite y por eso buscan que la ministra de Educación, Marilú Martens, estampe su firma, -al lado de la de ellos-, en el Acta de Compromiso, lo cual les daría una representación nacional de manera oficial.
Por ello mantienen una huelga que se ha mantenido en base al desconocimiento y el temor de los maestros sobre el modelo de evaluación. En esta tarea cuentan con el apoyo de algunos medios de comunicación que han lanzado campañas de desprestigio en contra de la ministra de Educación.
No hay que perder de vista que esta crisis nos involucra a todos. El Congreso, empero, no tiene idea de la magnitud problema y, menos, una solución que alcance a los maestros y al Estado.
Cierto es que el Congreso puede interpelar y fiscalizar a todos los ministros que se le antoje. Sin embargo, es necesario recordarles que ellos y su lider4esa, no se librarán del juicio, mucho más severo, de la opinión que muchos peruano tenemos de ellos.