México: Familias sin comida y niños y niñas fuera de la escuela dos semanas después del huracán Otis

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Hurricane Otis has made landfall on the Pacific coast on 25 October, with winds reaching 165mph (266 km/h). It had intensified from a tropical storm into a category five hurricane - the most severe category - in just 12 hours - and became the strongest storm ever to hit Mexico’s Pacific coast damaging more than 200,000 homes. Acapulco was among the areas worst hit in Mexico, with 80% of the resort's hotels damaged and streets flooded. Families have lost their entire homes, schools are damaged, and hundreds of thousands of people were without power and water. 11-year-old Diego* speaks of his experience: “I had a bad time, a tree fell when we were inside the house, we went into a room to protect ourselves, but the rain and the wind were pushing the door, we had to put a bed and a sofa against the door to keep the water out, it was the only way to survive. I was left without clothes and I would like to go back to school, but for now we can't". While seven-year-old twin sisters Nayeli* and Ana* say: “we need food, water, shades because it’s very hot here,” Save the Children delivered a Humanitarian Response in the Guerrero region on November 3 supplying food, water, hygiene and wellbeing kits. In one shelter, Save the Children created a child-friendly space where HEAR activities are carried out to help children process traumatic experiences following the Category five Hurricane.

Miles de familias del suroeste de México carecen de alimentos y agua dos semanas después de que un enorme huracán sorprendiera al país, y unos 185,000 niños, niñas y adolescentes están fuera de la escuela, mientras que se espera que la reconstrucción lleve al menos 10 años, según Save the Children.

Las ciudades turísticas de Acapulco y Coyuca de Benítez han sido declaradas zonas de catástrofe natural tras el paso del huracán Otis el 25 de octubre, la tormenta más fuerte que ha azotado la costa mexicana del Pacífico, con vientos de 270 km/h. Se ha confirmado la muerte de más de 48 personas y 48 desaparecidos. Los científicos culpan al cambio climático y al aumento de la temperatura del mar de la rápida intensificación de la tormenta tropical a huracán en menos de 12 horas.

Sin tiempo para prepararse, más de 250,000 familias -hasta un millón de personas- se vieron afectadas en la provincia de Guerrero, uno de los estados más pobres del país, con puentes y carreteras destruidos y más de 1,000 escuelas dañadas, según cifras del gobierno. Más del 90% de los edificios de la zona sufrieron daños y se cortó el suministro eléctrico.

Niños, niñas y adolescentes han contado a Save the Children que lo perdieron todo, incluidas sus casas, sus escuelas e incluso sus juguetes, huyendo sólo con la ropa que llevaban puesta. Muchos han acabado viviendo en refugios y recurren a bañarse en los arroyos y ríos de la zona. Algunos indican que sólo han comido galletas.

«Lo pasé muy mal, un árbol cayó sobre la casa… nos metimos en una habitación para protegernos, la lluvia empujaba la puerta. Pusimos un sofá y una cama para cerrar la puerta, para que no entrara toda el agua. Sólo así nos salvamos. Ya no tengo ropa. Me gustaría volver a la escuela, pero por ahora no podemos», dice Miguel, de 11 años, cuya familia ha recibido ahora kits de alimentos de Save the Children.

«No vamos a ir a la escuela. Nuestros cuadernos están mojados y nuestras mochilas ya están quemadas porque ya no sirven. No tenemos comida, agua ni cobijo. Necesitamos una cama, almohadas y sábanas. No tenemos nada con lo que dibujar. Tenemos muy pocos juguetes», dice Nayeli, de 7 años.

Las autoridades locales se han comprometido a reanudar las clases el 13 de noviembre, en la medida de lo posible, en las escuelas que no sufrieron daños significativos, aunque algunas de ellas albergan ahora a personas que perdieron sus hogares. Muchas escuelas, sin embargo, han quedado completamente destrozadas, con los tejados arrancados, las ventanas destrozadas y llenas de árboles y barro.

Fátima Andraca, Directora de Respuesta Humanitaria de Save the Children en México, dijo que habían conocido a familias en zonas más remotas que no habían recibido alimentos ni agua desde el paso del huracán Otis debido a que los árboles y los escombros bloqueaban las carreteras. Las calles de Coyuca siguen llenas de escombros y las casas que siguen en pie están llenas de barro, árboles caídos y animales muertos, que amenazan con ser una fuente de infección para los niños, niñas y adolescentes.

Save the Children está suministrando alimentos, agua potable, kits de higiene y saneamiento, y habilitando espacios seguros para los niños, niñas y adolescentes. Además de los suministros urgentes, Save the Children colaborará con las autoridades durante los próximos 18 meses para restablecer los servicios educativos, reconstruir viviendas, apoyar con soluciones de agua y saneamiento, y ayudar con alternativas de empleo y medios de subsistencia para que las familias puedan recuperarse.

Andraca dijo que muchas escuelas habían quedado completamente destruidas:

«Estamos preocupados por el estado de las escuelas. Son lugares de aprendizaje y seguros, donde los niños, niñas y adolescentes pueden aprender y jugar, y son una parte importante del proceso de resiliencia tras la catástrofe. Sin embargo, es muy difícil que muchas de ellas puedan reabrir pronto, especialmente las que están en la zona montañosa de Acapulco.

«Tenemos que hacer todo lo posible para que los niños, niñas y adolescentes vuelvan a la escuela lo antes posible para que puedan reanudar su aprendizaje y estar con sus hijos en un entorno seguro y protegido.»

Save the Children trabaja en México desde 1973 con programas de salud y nutrición, educación y protección a la infancia. En 2019, Save the Children México recibió el Premio Nacional de Protección Civil por su labor humanitaria y apoyo a las comunidades afectadas por los sismos que azotaron la Ciudad de México, Morelos, Puebla y Oaxaca en 2017.