Los principales países de acogida de refugiados gastan tanto en intereses de la deuda como lo que cuesta educar a los niños y niñas refugiados durante cinco años

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En vísperas del Día Mundial del Refugiado, el nuevo informe de Save the Children, El precio de la esperanza, revela que cuatro de los 14 países de renta baja y media que acogen a un elevado número de refugiados gastaron más en el servicio de la deuda externa que en educación en 2020. Los catorce principales países de acogida de refugiados pagaron más de 23.000 millones de dólares en intereses de la deuda externa en 2020, cantidad suficiente para educar a todos los niños, niñas y adolescentes refugiados de los países de ingresos bajos y medios durante casi cinco años. Save the Children afirma que una generación de niños, niñas y adolescentes refugiados podría verse privada de la educación que necesita para recuperar su futuro.

Catorce naciones, que acogen a cerca de la mitad de los refugiados del mundo, están pagando en intereses de la deuda externa tanto como costaría educar a millones de niños, niñas y adolescentes refugiados durante casi cinco años, según un nuevo informe de Save the Children en el que se pide que se dé mayor prioridad a la educación de los niños, niñas y adolescentes desplazados.

Las conclusiones, publicadas en el informe El precio de la esperanza con motivo del Día Mundial del Refugiado, indican que los 14 principales países de acogida de refugiados del mundo sobre los que se dispone de datos de deuda gastaron 23.000 millones de dólares en el pago de intereses de la deuda externa en 2020, y cuatro de ellos gastaron más en el pago de la deuda externa que en educación.

El informe subraya el hecho de que la carga de la deuda está amenazando la capacidad de los países para financiar adecuadamente la educación de los refugiados, una situación que sólo se prevé que empeore a medida que el número de personas desplazadas por la fuerza aumente a un nuevo máximo de más de 100 millones y algunos de los países de acogida más pobres se enfrenten a unas perspectivas económicas sombrías.

La educación es uno de los ámbitos humanitarios menos financiados, ya que en 2021 sólo recibirá el 3,1% de la financiación humanitaria mundial, y los llamamientos en favor de la educación apenas recibirán el 22% de los fondos necesarios.

En todo el mundo, los niños, niñas y adolescentes refugiados se concentran de manera desproporcionada en los países de ingresos bajos y medios, donde la pobreza de aprendizaje es alta y los sistemas educativos luchan por satisfacer las necesidades de los educandos. Más de la mitad de los países de renta baja del mundo se encuentran actualmente en situación de endeudamiento o corren un alto riesgo de estarlo, lo que significa que es probable que los sistemas educativos, ya de por sí en dificultades, empeoren en el caso de los refugiados.

Save the Children advierte de que existe un peligro real y presente de que una generación de niños, niñas y adolescentes refugiados se vea privada de la educación que necesita para recuperar su futuro.

«Algunos de los países más pobres acogen al mayor número de refugiados, y sus perspectivas económicas son sombrías. A menudo, sus sistemas educativos están infrafinanciados y no logran satisfacer las necesidades de los niños, niñas y adolescentes más marginados», declaró Hollie Warren, responsable de Educación de Save the Children. «El alivio de la deuda podría desempeñar un papel fundamental a la hora de movilizar la financiación necesaria para garantizar que todos los niños, niñas y adolescentes refugiados tengan acceso a la educación. Pero cuanto más esperemos, peor será la situación de estos niños, niñas y adolescentes».

Tras la pandemia de COVID-19 en el año 2020, muchos países priorizaron el gasto en sanidad y protección social sobre la educación. Los presupuestos de educación de los países que dependen de la ayuda al desarrollo se enfrentan ahora a una mayor restricción, ya que los donantes están desviando cada vez más la ayuda hacia la mitigación de las consecuencias de la guerra en Ucrania y otras crisis, incluido el gasto en la acogida de refugiados en sus propios países a expensas del apoyo a los países de acogida de menores ingresos.

En todo el mundo, los niños, niñas y adolescentes refugiados pierden una media de tres a cuatro años de escolarización debido a los desplazamientos forzosos, según ACNUR. A pesar de los avances en el número de estudiantes refugiados matriculados en las escuelas de todo el mundo, el continuo aumento de los desplazamientos forzosos debido a los conflictos, la crisis del hambre y el cambio climático significa que alrededor de la mitad de todos los niños y niñas refugiados siguen sin ir a la escuela.

En Colombia, Sebastián*, de 16 años, lleva cuatro años sin ir a la escuela después de que su familia huyera de Venezuela en busca de una vida mejor. Save the Children está ayudando a niños como Sebastián en Colombia a recuperar el aprendizaje perdido y adquirir las habilidades que necesitan para construir un futuro brillante.

«Mis hermanas van a la escuela, pero yo no he podido ir por culpa de la matrícula, y mi madre no tiene dinero ni para eso ni para el material escolar y el uniforme», cuenta Sebastián. «Llevo 4 años sin ir a la escuela, desde que salí de Venezuela y llegué a Colombia. Para mí ir a la escuela es importante porque puedo hacer amigos y compartir con ellos, voy a aprender, voy a tener un profesor que me enseñe, y todo eso, me va a ayudar en mi futuro a salir adelante.»

Y añadió: «Mis esperanzas para el futuro son: primero volver a la escuela y sentarme en un pupitre, y segundo ir a una universidad para ayudar a los niños que tienen problemas para ir a la escuela. Mi consejo para todos es que nunca pierdan la fe. Cada momento tiene su principio y su final, y todos los niños y niñas podrán volver a la escuela y hacer realidad sus sueños.»

Integrar a los niños, niñas y adolescentes refugiados en los sistemas educativos nacionales es la forma más eficaz y sostenible de satisfacer su necesidad de una educación pertinente, de calidad y acreditada. Muchos gobiernos de acogida han puesto en marcha políticas adecuadas para conseguirlo. Sin embargo, sin el apoyo internacional adecuado, los sistemas educativos, ya de por sí escasos de recursos, son sencillamente incapaces de gestionar una gran afluencia de estudiantes refugiados y satisfacer sus complejas necesidades.

Hollie Warren prosiguió:

«Hay más niños, niñas y adolescentes desplazados por la fuerza en el mundo que en ningún otro momento de la historia moderna. Los países de acogida están respondiendo a esta crisis con generosidad, abriendo sus fronteras y sus sistemas educativos a niños, niñas y adolescentes extremadamente vulnerables y marginados que, de otro modo, no tendrían adónde ir o aprender.

«Sin embargo, la comunidad internacional está respondiendo a los refugiados con una hostilidad cada vez mayor, al tiempo que reduce los presupuestos de ayuda, dejando que algunos de los países más pobres del mundo asuman la responsabilidad y el coste de educar a los refugiados del mundo. Estos niños, niñas y adolescentes han pasado por un infierno huyendo de conflictos, hambre o crisis climáticas, y ahora necesitan urgentemente estabilidad y esperanza para un futuro mejor».

Save the Children hace un llamado a los donantes y a las instituciones multilaterales para que movilicen los fondos necesarios para cubrir el déficit de financiación que permita hacer frente a los 4,850 millones de dólares anuales que cuesta proporcionar educación a los refugiados y reforzar los sistemas educativos en los países de ingresos bajos y medios. La organización humanitaria también pide que todos los niños, niñas y adolescentes refugiados tengan acceso a los sistemas educativos nacionales de los países en los que residen, o a una educación no formal acreditada cuando lo primero no sea posible.

Save the Children también pide a los donantes y a los socios internacionales para el desarrollo que proporcionen un alivio oportuno de la deuda a los países cuya carga de la deuda está amenazando su capacidad para invertir adecuadamente en educación. Los mecanismos de alivio de la deuda deben ser transparentes, incluir a todos los acreedores, incluido el sector privado, y abordar los temores de rebajas en la calificación crediticia de las naciones deudoras que buscan alivio.