Christian Huarez nos cuenta más detalles de su investigación.
Por: Ítalo Vergara
Christian Huarez Yarleque es un geógrafo peruano de 28 años. Reside en Beijing, China, desde hace más de tres años. Fue a realizar estudios de Maestría en Desarrollo Aeroespacial y, luego de obtener el título, accedió a una vacante para cursar un Doctorado en Ciencias Ambientales e Ingeniería en la Universidad Normal de Beijing. Allí, el experto trabaja en simulaciones que permitan conocer los daños que ocasionan los huaicos y qué medidas de mitigación son las más adecuadas, según el tipo de territorio.
Christian Huarez señala que la idea de la investigación surgió mientras cubría los eventos que ocurrieron en marzo de 2015, cuando fuertes huaicos azotaron la zona de Chosica. Es así que nació la idea de conocer por qué estaban dándose y a qué se debía la intensidad de estos.
«No solamente era un tema de lluvias, sino también un tema geológico… A diferencia de otros proyectos, que evalúan mucho los huaicos, sobre todo para medidas de mitigación, mi proyecto se basa en qué pasa cuando no mantenemos estas medidas de mitigación ya instaladas«, indica.
Así, uno de los objetivos es conocer qué sucede, por ejemplo, cuando los diques instalados por las autoridades no se mantienen y son abandonados, y cómo ello influye en el nivel destructivo del huaico. «Ahí es donde se desarrollan los modelos y se empiezan a encontrar evidencias de que esta falta de atención incrementa el potencial de riesgo de los diversos eventos hidrogeológicos, como los huaicos».
Para lograr sus objetivos, el equipo de trabajo recoge datos del antes, durante y después de los huaicos que han ocurrido en los últimos años en Perú y China, accediendo a documentos, crónicas, informes oficiales y con la ayuda de la tecnología, especialmente en el país asiático -en donde cuentan con cámaras, sensores y acelerómetros para medir la intensidad de los deslizamientos.
¿En qué se diferencian los huaicos de Perú y China?
La investigación recoge y analiza datos tanto de Perú (Lima) como de China (provincia de Yunnan). Huarez explica que, en nuestro país, la forma de cómo se comportan los huaicos (conocidos académicamente como flujo de detritos) es diferente a lo que ocurre en el país asiático.
«Hay una comparación bastante interesante entre los flujos que existen en Perú y China: la zona sur de China, que es una de las zonas más activas de flujo de detritos, es considerada una zona tropical en donde constantemente hay lluvias y deslizamientos; a diferencia de nuestro país, que es una zona desértica muy árida, donde casi nunca llueve», comenta.
Por ello, las condiciones geológicas son distintas: mientras que en Lima los materiales que componen a los deslizamientos son mucho más grandes, consolidados y angulosos, en Yunnan, los flujos de detritos son más líquidos.
Notar esta diferencia es importante pues permite desarrollar dos modelos paralelos para las simulaciones, dado que ambas geologías no son compatibles. Esto brinda una mayor precisión al estudio de los efectos de los huaicos y las medidas para prevenirlos.
Otro contraste que pudo observar el equipo de investigación se relaciona al tipo de peligrosidad según el huaico. Para ello, es necesario precisar que estos son tan recurrentes en Perú como en China; pero lo que varía es la exposición: en Lima, los pobladores están mucho más expuestos que en la zona de Yunnan debido a que los huaicos se dan en zonas donde no hay tantas casas ni ciudades importantes.
Sin embargo, el peligro en China radica en que el lodo y material que arrastran los huaicos se van acumulando, lo que incrementa el nivel de probabilidad de que los ríos provoquen inundaciones, lo que sí afecta a las ciudades principales, según Huarez.
El proceso para la simulación
Las simulaciones se realizan en el Laboratorio de Simulaciones Numéricas y Protección de Cuencas, de la Universidad de Beijing. Antes de iniciar la investigación, el equipo recopiló artículos y crónicas de los eventos ocurridos en los últimos años. «En las crónicas, y a través de diferentes cartografías, se especificaban donde ocurrían estos eventos, no solamente en Chosica, sino también en Arequipa y en el norte. Una vez que hemos hecho esta recopilación histórica, vamos identificando las zonas críticas«, relata Huarez.
Luego de ver dónde se encuentran estas zonas, se establece qué tipo de simulación se hará: antes o después del huaico. Para ello, se toman datos de campo (medidas de diámetros de bloques, donde están las zonas más fracturadas, los cambios de pendientes, etc.).
Tras esta primera evaluación de campo, se estudia la impermeabilidad de la roca y del suelo del lugar para establecer los debidos parámetros y cálculos, que son luego pasados a programas especializados.
«Todos estos numeritos y componentes pasan a través de diferentes programas matemáticos y son conocidos como parámetros iniciales. Después, vamos a empezar a hacer validaciones: si ocurrió el huaico, obtenemos datos reales de campo. Finalmente, recalibramos estos modelos y podemos decir: ‘Este modelo refleja lo que ocurrió en este evento de 2015’. Muy diferente a hacer una modelación», revela el geógrafo.
Con los datos obtenidos, se elaboran mapas de riesgo muy detallados, que especifican los puntos cruciales para hacer una obra de mitigación y educar a la población para no habitar zonas potencialmente peligrosas.
Actualmente, existen huaicos que pueden llegar a medir hasta cuatro metros. Su velocidad depende de la zona, pero más importante, de qué tanto mantenimiento han recibido ciertas medidas de mitigación, como geomallas y diques.
«Esta investigación está encontrando que cuando las medidas de protección instaladas, los diques, ya se colmataron totalmente, el flujo adquiere una nueva propiedad que se conoce como ‘caídas‘, las cuales aumentan el potencial erosivo de los huaicos, porque es como si fuera un río, va llevando muchas más rocas. Es ahí donde debemos prestar mayor atención», advierte.
Es por ello que parte de la planificación incluye el mantenimiento de las medidas e instrumentos contra el riesgo. Sin embargo, como sostiene Huarez, muchas veces, por falta de presupuesto, atención o conocimiento técnico, este proceso de cuidado no se realiza de forma adecuada. «Este desconocimiento, al final, termina generando el efecto contrario: contribuye al aumento del nivel potencial destructivo de los huaicos», y por lo tanto, de las vidas que se pierden.
Fuente: Agencia Andina