Peruanos celebraron con algarabía el nacimiento del hijo de Dios

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Brindis abrazos y los mejores deseos enmarcaron la alegría de la fiesta católica más importante

La cuenta regresiva estaba en marcha, apenas restaban unos segundos para que los relojes en el Perú marcaran las 00.00 horas y la gente se preparaba para estallar en júbilo: había nacido el niño Dios, el personaje que los católicos veneramos y que encarna siempre la fe y la esperanza en un mundo mejor.

Fue entonces el momento de los abrazos sin fin, de los mejores deseos para quienes amamos, de celebrar que Cristo había vuelto a la Tierra para hacerse hombre y vivir entre nosotros.

Y había que alzar las copas para brindar por la llegada del Salvador, como sinónimo de esa fe que nunca perdemos pese a las vicisitudes de nuestros días. Los peruanos nos confundimos en tiernos abrazos con nuestros seres queridos y con nuestros amigos y dedicamos muchos pensamientos a aquellos que están lejos físicamente, que ya hicieron su camino hacia la luz divina, pero que siguen tatuados en nuestros corazones.

La algarabía expresada en los buenos deseos y en el estallido – muchas veces incomprendido – de los juegos pirotécnicos, dio paso a la melodía de los villancicos que nos hablan del júbilo por el nacimiento del hijo de Dios.

Mientras la alegría de un villancico nos fortalecía el alma, las cabezas de familia, la mamá o el papá, se encargaban de descubrir la figura de Niño Dios en el pesebre.

Este es un rito que año a año repetimos quienes esperamos con fervor las 00.00 horas del 25 de diciembre para renocar nuestra fe en la fiesta religiosa más importante del catolicismo en el mundo, la Natividad del Niño Jesús.

(Fuente: Andina)