Promover la lectura es una responsabilidad moral de los escritores: José Baroja

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Entrevista exclusiva cultural

*Gobiernos latinoamericanos  deben implementar políticas públicas para acercar los libros a niños en pobreza extrema.

*El escritor originario de Valdivia, Chile presentó en México su nueva antología poética «Mi último invierno».

Por: Estrella Trujillo
Corresponsal en México perúinforma

Hablar del escritor chileno José Baroja no es sencillo. Oriundo de Valdivia, Chile. Egresado de la Pontifica Universidad Católica de Chile, posee los grados de Licenciado en Letras, mención Lingüística y Literatura Hispánica y Magister en Letras, mención en Literatura. Desde el 2006 ha ejercido labores como académico e investigador, en paralelo a otras actividades ligadas al fomento, difusión y en el ejercicio literario más allá de la Academia.

Es por ello, que a continuación nos concede esta entrevista exclusiva para la agencia de noticias Perú Informa, donde el poeta nos abre su alma al entablar estas palabras, que sin duda sobreviene de un orgullo para la literatura  Latinoamericana.

1.-¿Quién es José Baroja?

Es raro hablar en tercera persona, pero lo haré por ti. José Baroja es un escritor chileno, narrador y poeta, nacido en Valdivia, Chile, en 1983. Un viajero incansable.

A la fecha ha publicado los siguientes libros de cuentos: “El hombre del terrón de azúcar y otros cuentos”, reeditado el 2018; “Un hijo de perra y otros cuentos”, adaptado al formato de audiolibro en México por Audacia; “En memoria del alma de Don Trementino Marabunta”, presentado en el Fondo de Cultura Económica de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; “El curioso caso de la sombra que murió como un recuerdo y otros cuentos”  e “Historia de dos hombres que se extraviaron en el olvido”, publicados en Barcelona. A lo anterior se suma el poemario Sonatas, así como su participación en varias antologías tanto en inglés como español.

2.-José sé que estás en México porque visitaste la ciudad de Guadalajara para asistir a la Feria Internacional del Libro 2018 con la editorial Audacia. ¿Qué nos puedes comentar respecto a tu trayectoria literaria, cuándo iniciaste, cuántos libros tienes publicados y qué es lo que pretendes al viajar por todo el mundo?

Yo vine a la Feria Internacional del Libro invitado por Audacia, una compañía que trabaja el audiolibro mediante una aplicación que se puede descargar tanto para Android como para Iphone. Compañía, por cierto, con quienes he colaborado principalmente por la calidad humana de quienes la componen: Luis Javier Mariscal, Dulce Vargas, Salvador Mariscal, Steph Bland, así como muchos otros hacen la diferencia. Por supuesto, el nivel de su propuesta también es alto, cuestión que me incentivó a abrirme a los formatos nuevos. Después de todo, hoy la difusión y fomento de la lectura no dependen solo del papel. Quien tenga curiosidad, puede suscribirse y descargar unos de mis libros “Un hijo de perra y otros cuentos”.

Respecto a mi trayectoria, te diré que nací en Valdivia, en el Sur de Chile, en 1983, a lo que suelo agregar que, literariamente, nací en la ciudad de Lebu, al sur de Concepción, también Chile, donde hace algunos años gané el Concurso Literario Gonzalo Rojas Pizarro, que me permitió publicar mi primera obra: «El hombre de terrón de azúcar y otros cuentos». Por esto, y por otras cosas, estoy tremendamente agradecido con la gente de Lebu siendo para mí una obligación familiar visitarlos cada vez que puedo para así apoyar toda actividad que se les ocurra. Luego el salto fue a las editoriales independientes hasta llegar al punto relativamente cómodo en el que estoy hoy, donde ya se me ha publicado en Barcelona, donde correspondo a Claudàtor y a Ediciones Oblicuas, recientemente en Argentina y llegando a México con la intención de quedarme e idealmente encontrar una editorial que esté interesada tanto en mi narración como en mi poesía.

3.-Coméntame de tu nuevo libro: «Mi último Invierno» una antología poética de un hombre que está cansado. ¿Cómo surgió y cuál ha sido la aceptación de los lectores en España y Latinoamérica?

Mi último invierno es literal y literariamente un desahogo. Surge de la necesidad de desprenderme de muchas cosas negativas que viví los últimos años. En especial, con respecto a los afectos y las confianzas. Digamos que es poesía visceral. Directamente nacida desde las entrañas implicando en sí misma un tránsito desde la depresión hacia la esperanza. La posibilidad de publicarlo surgió tras obtener el segundo lugar un certamen internacional de poesía en Argentina organizado por Editorial Equinoxio. No obstante, su aceptación ha sido tan inesperada, que evalúo alguna reedición en España o México. Puedo decir que nací como cuentista; pero como un cuentista que ama la poesía.

4.-¿Tú crees que un escritor se nace o se hace?

Yo creo que es un poco de ambas. Dudo de que muchas personas que no hayan tenido contacto con los libros desde pequeños puedan generar una afición natural por estos. No lo descarto, pues también conozco personas que los descubrieron a lo mejor a los 20, 30 o 50 años, pero creo que el amor por estos tiende a nacer predominantemente en la infancia o a más tardar en la adolescencia. Ahora bien, pienso que antes de todo el escritor es un lector, ya que como lectores uno va sumando modelos, formas que se enredan con la experiencia personal y que eventualmente vitalizan ese “bichito” que nos lleva a tratar de escribir como esos escritores que se han leído constantemente. Pienso en Borges quien apuntaba a que los escritores eran primero excelentes lectores. ¿Se nace o se hace? La curiosidad es nata, pero necesitas un entorno que te lleve a satisfacerla entre páginas y páginas.

5.-¿Puedes mencionarnos tus cinco escritores favoritos que tengan un gran significado para ti en tu carrera literaria?

Sabiendo que estudié literatura siempre será difícil reducirlos a cualquier número, pero a priori y forzado por la pregunta, yo diría que Manuel Rojas, autor del libro «Hijo de un ladrón», novela emblemática dentro de mi país; Jorge Luis Borges, todo lo que implican sus ficciones me fascinan; lo mismo me pasa con los relatos de Julio Cortázar y de José Saramago, de este último adoro su “Ensayo sobre la ceguera” y, por supuesto, Gabriel García Márquez. Agregaré un tremendo etcétera acá.

6.-Independiente que eres un escritor reconocido en varios países, se que  te dedicas a la promoción de la lectura en colegios ¿Qué nos puedes comentar respecto a este rubro ya que hay escritores que solo se dedican a escribir desde escritorio y descartan realizar la promoción en diversos sectores de la sociedad?

La literatura no existe sin lectores. Lamentablemente los niveles de comprensión lectora de los países latinoamericanos han ido en franco descenso durante los últimos años. Pienso que el problema surge desde la infancia, se agrava durante la adolescencia y se instala durante la “adultez del consumo”, donde el libro pierde ese valor trascendental sobre la base de criterios netamente capitalistas. En tal sentido, me parece que es una responsabilidad moral de los escritores acercarse a los niños y a los adolescentes, visitar colegios, universidades, centros sociales e ir más allá incluso para así tratar de construir futuros lectores y, en consecuencia construir y fomentar un pensamiento crítico que nos permita salir de las eternas problemáticas latinoamericanas; problemáticas que tienen que ver con el poder, con el control, con la sumisión y con la injusticia. Estoy seguro de que si logramos formar un pensamiento crítico desde la infancia los cambios que podrían surgir en nuestros países serían extraordinarios. Al mismo tiempo que formaríamos lectores; y si hay lectores la literatura también florece y florecen los escritores y de paso, broma aparte, nos compran más libros a quienes nos dedicamos a escribir. Mucho se dice que los niños no leen. Bueno, yo diría que si los adultos no comienzan a hacerlo, no es justo acusar a los más pequeños de no leer. Ellos deben vernos con un libro entre nuestras manos. La literatura amplia notablemente el mundo, nos da distintas perspectivas, pero no nos asegura nada sino hay de por medio adultos comprometidos. Nadie se hace mejor persona por leer “Don Quijote”, pero sí podría ayudarnos a ser mejores personas. Hoy ir a colegios es fundamental, puesto que, así como el médico tiene el deber de proteger la vida, el escritor tiene que difundir lo literario, porque la literatura es en sí misma, junto con el arte en general, la mayor forma de libertad que aún tenemos.

7.-¿Cómo se encuentra el país de Chile en porcentaje de lectores y como incentivar a un niño que lea desde muy chico? digo la problemática de la crisis económica es global en los países subdesarrollados ¿Como incentivar a  un niño a leer cuando apenas tiene para comer?

Bueno, el tema del Capitalismo y cómo este ha afectado ciertas expresiones humanas es transversal entre nuestros países latinoamericanos. En especial entre naciones que pretenden llegar a ser desarrolladas copiando a rajatabla modelos que no calzan necesariamente con nuestras realidades. Hablemos de Finlandia en Educación, de Estados Unidos en Economía, de Europa en Cultura, se oye en foros, periódicos…., pero rara vez lo enfocamos desde nosotros mismos. En tal sentido, Chile tiende a presentarse a sí mismo como un país en vía de desarrollo con todo lo que eso implica. Yo, consecuente, me pregunto a qué precio. Si lo llevamos al Arte, sin duda los intereses de la población de un país “en vías de desarrollo”, entendido dentro de una sociedad neoliberal, no apuntan al libro, al teatro, a la música… No, las prioridades van dirigidas hacia los bienes como casas, autos, vestimentas, etc., incluso estatus si tienes lo anterior, pasando el libro a un tercero o cuarto plano. No se me malentienda, no es que aquello sea reprochable en sí mismo, para nada, pero sí es preocupante cuando descarta la integridad del desarrollo humano. De todas formas, los ciudadanos son solo un eslabón en gobiernos que no apoyan la cultura como deberían, agregando impuestos a esta y dificultando mucho más su difusión y fomento dentro de un espacio de por sí alicaído a no ser que genere dinero. Luego, aquí, la literatura que primará será aquella que podríamos llamar desechable, muy en línea con los intereses de los “poderosos” de turno. Pensemos un poco, ¿por qué Platón expulsó de la República a los poetas? A propósito de las políticas de los gobiernos de turno, en Chile, por ejemplo, hace muy poco hubo un recorte brutal al aporte que recibían algunos museos, en concreto, un 30 por ciento menos de lo que estaban percibiendo en el gobierno anterior. Entonces uno se pregunta por qué a las clases políticas les molesta tanto que se desarrolle la cultura, que se difunda la literatura, que se establezca la duda y el cuestionamiento como centro de la Educación. Pregunta retórica: todos sabemos la respuesta. Las decisiones gubernamentales latinoamericanas, en términos generales, desincentivan el desarrollo del arte, convirtiendo a los artistas en verdaderos mártires de una causa, puesto que se provoca un círculo vicioso, donde la gente de a pie tampoco observa la importancia del desarrollo cultural, al enfocarse en el dinero como eje de sus vidas. Eventualmente esto provoca que en los colegios tampoco se forme una cantidad enorme de lectores, puesto que ni siquiera ven libros en sus casas. Incluso me atrevería a afirmar que entre los mismos profesores hay pocos lectores hoy. Carreras como Pedagogía en lengua castellana, por ejemplo, muchas veces reciben estudiantes a los que no les gusta leer, lo cual es una contradicción absoluta cuando su materia es el lenguaje, pero que aun así acaban convertidos en docentes; docentes que se limitan a reproducir y asegurar un modelo predefinido de ciudadano y que tienden a caer, con una simpleza enorme, en fundamentalismos de turno. Dentro de ese contexto tan cuestionable la presencia de escritores dentro de las escuelas es fundamental, es tan importante como que los niños vean a sus padres leyendo, padres y madres que lean libros en sus casas, que se motiven a entender cuál es la importancia de ese material que está ahí almacenado y así preguntarse por qué hay obras que han transitado quinientos, mil años, dos mil años hasta llegar a nosotros.

Hoy el escritor tiene que estar en terreno, porque es en el terreno donde más se necesita. Debemos ser visibles para que así estos pequeños entiendan que la literatura no es algo encerrado en una inmaculada biblioteca o protegida por monstruosidades sin intelecto. Debemos hacerlo para que comprendan de primera fuente que las obras literarias nacen de la experiencia, se dan en la calle, son fragmentos de vidas en papel y que, por cierto, son una forma de ir contra la corriente de esas enormes norias gubernamentales, instaladas estratégicamente para no salirnos del cauce. ¡Vamos! Dejar de ser ovejas. Sin menospreciar las virtudes de la educación técnica, especializada y necesaria, no podemos aceptar una educación que elimine la otra dimensión del saber humano, esa que nos motiva a ser más cultos, más humanos, más profundos, más emocionales. Si nos centramos solo en ganar dinero, el saber de las personas se reducirá hasta volvernos expertos en nuestra materia, pero ignorantes en el ser humano. “Ignorantes”, palabra a la que le tenemos cierto odio en Latinoamérica, pero cuyo significado es sumamente explícito: falta de conocimiento. ¿De qué? Pienso en el país del norte, Estados Unidos, donde son especialistas, muy buenos en lo que hacen, pero a veces, muchas veces, no tienen memoria de las cosas que han pasado, porque están tan interesados en juntar dinero que el pasado se difuminó y le dan sentido a la ignorancia sobre la base del consumo. En cierto modo, están condenados a repetir la historia. Solo consideren quién está en el poder hoy. Lamentablemente, los países latinoamericanos en su afán de encasillarse en el Capitalismo han cometido el error de tratar de copiar ese modelo en particular. Hemos comenzado a olvidar nuestra propia historia. Los escritores tenemos un deber moral.

8.-José de acuerdo a tu cosmovisión y experiencia ¿cuáles son los tipos libros  que recomiendes para que un niño comience a leer y cómo hacer que el infante lea ante un contexto de pobreza extrema?

Bien sabemos que hay pobreza en Latinoamérica, más allá de la belleza de nuestras naciones, la hay. Aquí mismo en México lo veo en varias esquinas, donde a ratos mendigos se me acercan a pedir una moneda, o bien, gente de historias desconocidas permanece paralizada en el suelo, como si los hubieran escupido sin contemplación o el movimiento fuera algo ajeno a sus existencias, mientras, por cierto, se acompañan de una botella del peor veneno. También sabemos que muchos Estados tratan de ocultar a esas personas, creando verdaderos guetos, aislándolos para centrarse en otras cosas o “no espantar a las visitas”, y hasta nosotros mismos seguimos a veces impávidos nuestra ruta o simplemente cerramos los ojos. Vamos, no es un tema ajeno a nuestros países. El tema de la pobreza es absolutamente real. Obviarla sería un error. En los países europeos yo he visto cómo lo hacen. La persona a pie hace cuenta de que no hay miseria en ciudades como Madrid o Barcelona, ciudades primer mundistas que, pienso, han perdido el corazón que aún tiene el latinoamericano.

Y así llegamos a tu pregunta. ¿Cómo motivamos a leer a esos niños que viven en la extrema pobreza? Yo respondería con otra: ¿Se puede realmente incentivar la lectura de un libro a alguien que sufre el hambre o el maltrato? Pienso que primero hay que brindarles espacios seguros y, para ello, necesariamente tiene que haber una injerencia real y honesta, sobre todo honesta, de los gobiernos de turno. No parches: otro mal latinoamericano. Bien dirigidas las políticas públicas podrían eventualmente considerar la literatura, entendiendo que es difícil que una persona que viva en condiciones de calle salga de allí sino hay primero una política efectiva que permita satisfacer las necesidades básicas que todos requerimos. Insisto, no se le puede enseñar a un niño que tiene hambre o a un niño que tiene sueño, porque tal vez ha tenido que trabajar para poder mantener a su familia. No obstante, la literatura está constituida de historias, historias que no solo son escritas. No podemos olvidar que la literatura es memoria y representación. Tal vez la forma de incentivar esa literatura sería precisamente en darle importancia a esas líneas personales a través de la oralidad, luego la escritura. Yo te mencionaba a Manuel Rojas como uno de mis escritores favoritos. Manuel Rojas de joven vivió en la pobreza. Rojas nos cuenta en sus obras una verdadera biografía emocional, cómo a través de la experiencia fue conociendo la literatura, porque esa literatura que él conoció hablaba precisamente de quién es y lo ayudó a saber quién quería ser. Entonces el enfoque al que podríamos apuntar sería el de la identificación, es decir, que estos niños se sientan identificados con otras almas literarias plasmadas en aquello que le estamos dando a leer o al menos que les estamos contando. Por ejemplo, a mí me pasó con un autor chileno, Alberto Fuguet, sin negar su importancia literaria, nunca me logré identificar con el contexto de clase alta que representaba en textos como “Mala Onda” y, por lo tanto, su obra no llegó a ser de mi gusto particular. El camino hacia el papel deberá ser progresivo en estos niños en extrema pobreza, pero sin políticas públicas efectivas será imposible, porque si vienes de una familia sin una base cultural el Estado debería suplir la carencia en distintos niveles. Si no hay políticas de Estado reales nos vamos al carajo o seguimos ahí.

En definitiva, ya lo había dicho antes, la presencia del libro dentro de nuestras casas es sumamente importante. Y si no lo hay, la biblioteca pública gana en importancia; importancia que nosotros debemos hacer visible. Sin embargo, no podemos ser ingenuos: el libro no solucionará la pobreza por sí mismo. Los gobiernos, y con ello llamo a esos muchas veces deshonorables políticos, que entiendan la importancia de la cultura dentro del marco de las enseñanzas de otras materias y en el futuro de nuestros países.

9.-Cambiando un poco el tema ¿Que busca José Baroja en México?

Yo creo que busco lo que busca todo el mundo. Busco encontrar mi lugar dentro de todo, (aunque suene a cliché, pero así es). Busco encontrar un espacio propio dentro de este contexto que me ha tocado vivir o al que he sido arrojado. ¡Qué sé yo! Como dice un amigo psicoanalista: “Busco llenar ese vacío existencial que todos tenemos”. Hoy me declaro agnóstico en muchos sentidos, lo que para mí significa no estar pendiente de lo que vendrá más allá, sino del «ahora», de esta vida. Y ese ahora para mí está en donde puedo hacer cosas, pues sino puedo hacer nada me deprimo, entro en una angustia terrible y quién sabe, puedo tomar un arma y se acabó. Lo sé, lo sé, exagero, pero soy escritor, aunque sí puedo asegurar que al menos habría algún grado de frustración y depresión, tal como lo veo en mucha gente que está haciendo cosas que en realidad ellos no sienten que deberían estar haciendo. Pienso en esos trabajadores que aceptan como si fuera parte de la inercia de la vida comenzar su jornada laboral a las seis de la mañana, llegar a las ocho a su trabajo, estar todo el día reuniéndole el dinero a otros, terminar la jornada y tener que soportar una congestión vial, pan de cada día, para llegar a su casa agotado y, tal vez, en caso de tener familia, no poder compartir con esta. ¿Para qué? Para recibir a fin de mes un pago que no corresponde a todo la labor realizada, pero que sí le va a permitir seguir en esta rueda de la fortuna, que al fin de cuentas es una ilusión. Quién estableció que así es como debemos vivir, de que así nosotros controlamos nuestra vida y de que si mantenemos esa inercia seremos felices, una felicidad que además se establece a partir de lo material.

Yo busco la felicidad, pero considero que la felicidad la reconoceré cuando se me acabe la vida, en el último suspiro o en la última mueca, ya veremos. Mientras tanto mi deber es hacer, hacer y hacer y lo disfruto, por lo que difícilmente me convertiré en un amargado mientras estoy en mi existencia. ¡¿Ser o no ser?! Yo prefiero ser, ya que disfrutar lo que hago será un buen indicio como para decir al final de mis días “no me arrepiento de nada”, incluso si me equivoqué en muchos momentos de esta. La idea es que en la suma pueda gritar: ¡Viví a mi manera! Sí, es un robo a Sinatra. Como lo dicen muchos escritores confieso que he vivido.

10-Mensaje final para todos aquellas personas que están rencontrándose con la escritura, la lectura   y que están buscando ese camino de la literatura, los mil caminos que pueden llevar a este mundo tan maravilloso de letras.

El camino para un escritor no es fácil. Ahora bien, si están decididos a intentar la ruta, yo les diría que primero lean, lean todo lo que llegue a sus manos y que, por lo tanto, no se queden con el juicio de otros sobre lo que no deberían leer. Por supuesto, escuchen, aprendan, pero no lo dogmaticen, puesto que los críticos tienen su juicio particular, la gente de la calle también tiene uno, incluso el que no ha leído les dará a conocer su opinión, la pidan o no, así es la Posmodernidad. Por ello, lo mejor que pueden hacer es crear un juicio propio fundamentado en la lectura personal. Luego, si mantienen la necesidad de escribir, una necesidad que te quema, atrévanse. Participen en concursos, certámenes, revistas…, muévanse: el mundo no conspira a favor de nadie. Probablemente lo primero que escriban no será digno de un Nobel, pero en el ejercicio está la maestría y hay que seguir escribiendo, escribiendo y seguir leyendo al mismo tiempo. Si quieren dedicarse a las letras arriésguense, el miedo va estar ahí presente. Sin embargo, es peor quedarse paralizado por ese miedo u optando por hacer algo que no querías hacer. Hay que arriesgarse un poco, atreverse y probar, pues el éxito no va a venir de inmediato, quizás nunca llegue, y entonces me encuentro con aquella frase que también es un cliché muy bonito: “Si hacen efectivamente lo que aman no le van a trabajar ni un día a nadie”. En el caso de la literatura es mucho más evidente, ya que tú trabajas para ti mismo, más allá que la obra literaria deja de ser uno cuando ya se publica, cuando llega a los lectores. Entonces es curioso porque es un acto narcisista de amor pero que le llega a todo mundo, a todo aquel que se  sienta identificado con lo que uno escribe, es eso, arriésguense. Y léanme.

Soneto infantil a una mujer imaginaria / José Baroja / Mi último invierno

Descubrí una imagen entre la niebla:

no era una voz, siquiera una mirada,

era la brisa de una dulce balada,

dándole al silencio poemas sin habla.

 

Rima sencilla en palabra embrujada

coqueta, sensual: bosquejos de fabla,

tiernos dibujos de sueño de un hada,

el rayo de luna desde una diabla.

 

No eras ni una voz, ni una mirada,

naciendo pequeña allá en la distancia,

secreta y oculta, en versos pintadas,

acercando tu rostro, en suave cantada,

tus labios ya eran bosquejo de fabla:

mujer en la niebla, tu eres mi amada.