Por segundo año consecutivo, la violencia marcó un récord histórico en Brasil, con 63.880 personas asesinadas en 2017, o 175 homicidios por día, 7,2 por hora, cifras propias de un país en guerra, según reveló ayer el anuario del Foro Brasileño de Seguridad Pública.
En este brutal contexto, la inseguridad se ha vuelto una de las preocupaciones prioritarias de los brasileños -junto a la salud y la corrupción- para las elecciones presidenciales del 7 de octubre.
Según datos recabados por el Foro, el número de asesinatos el año pasado fue un 2,9% mayor que el de 2016, cuando hubo 61.597 homicidios, ya un récord entonces.
Una de las principales causas del aumento de las cifras entre un año y el otro fue que se disparó un 20% la cantidad de muertos por acción de la policía, para 5144 en 2017, un promedio de 14 por día. La enorme mayoría de los muertos en estos casos, el 99%, fueron hombres de entre 12 y 29 años, y el 76% negros. En contraste, cayó un 5% el número de agentes policiales asesinados, para 367 el año pasado.
“El modelo por el cual el país opta en seguridad pública genera muchas víctimas. Cuando se elige la confrontación, los resultados son devastadores”, consideró el sociólogo Renato Sergio de Lima, director-presidente del Foro Brasileño de Seguridad Pública.
De cara a los comicios de octubre, los candidatos presidenciales se diferencian mucho en el enfoque que proponen para lidiar con los crecientes problemas de seguridad. El diputado ultraderechista Jair Bolsonaro, del Partido Social Liberal (PSL), por ejemplo, encarna una postura de línea dura, con más poder para las fuerzas de seguridad y garantizar el derecho de los ciudadanos a andar armados.
En tanto, el exgobernador de San Pablo Geraldo Alckmin, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), aboga por un mayor entrenamiento de la policía y una mejor cooperación en inteligencia entre las diversas fuerzas de seguridad para agilizar las investigaciones y prevenir crímenes.
Si bien la mayoría de las víctimas fueron hombres, el informe del Foro destacó que los asesinatos de mujeres crecieron un 6% el año pasado, para un total de 4539, de los cuales 1133 fueron considerados femicidios, es decir, asesinatos por el hecho de ser mujer. También aumentó un 8% el número de violaciones declaradas, para 60.018, y hubo más de 600 casos de violencia doméstica por día.
El promedio nacional de homicidios alcanzó los 30,8 asesinatos cada 100.000 habitantes, aunque existen marcadas disparidades entre los diversos estados del país. A la cabeza de la lista, Río Grande del Norte registró 68 homicidios cada 100.000 habitantes, mientras que San Pablo, el estado más poblado del país, fue el que tuvo la menor tasa, de 10,7 asesinatos cada 100.000 habitantes. En el medio, como el 11º estado más violento con 40,4 muertes cada 100.000 habitantes, se ubicó Río de Janeiro, que desde hace seis meses está bajo intervención militar en el área de seguridad.
Varias capitales estatales se encuentran entre las ciudades con más asesinatos: Río Branco, en Acre, tuvo 83,7 muertes cada 100.000 habitantes; Fortaleza, en Ceará, registró 77,3 homicidios cada 100.000 habitantes, y Belem, en Pará, 67,5 muertes cada 100.000 habitantes.
El anuario de 2017 reafirma la lamentable ubicación de Brasil entre los diez países más violentos del mundo, solo superado por El Salvador, Honduras, Venezuela, Jamaica, Lesotho, Belice, Sudáfrica y Trinidad y Tobago, según datos del Banco Mundial.
(Fuente: Nodal)