(En su honor, se crea Villa Amalia de Celendín).
Procedente de un viaje estéril de Portugal a Marruecos, sin posibilidad de retorno, y aquella larga navegación por el Atlántico hasta acodar finalmente en la isla de Madajós, situada en el estuario del río Amazonas, y, después de tanto caminar sin destino, desde el cerro Jelij, el coronel Raymundo Pereira aguaitó por primera vez el valle idílico de Los Sauces llorones.
La mañana era excelente, toda la tropa del Coronel Pereira y sus dos hijos se aprestaban a desayunar, cuando inesperadamente montada sobre una potranca, apareció la dueña del hermoso predio. Una mujer treja de unos 30 años de edad, llegó custodiada por unos 20 hombres encaballados, Lucía divina, ojos fríos azulinos, nariz respingada, labios bien dibujados, pechos grandiosos y una cabellera leonina color azafrán desparramada por toda la cintura, detuvo su yegua y dijo:
Mi nombre es Amalia Aliaga, viuda del Marqués Juan de Espinach, soy dueña de estas tierras, una real ordenanza que data de 5 años atrás me ha conferido poderes para representar a la corona española. Bienvenido seáis a esta comarca si venís en paz y si en verdad sois devotos de los sagrados Santos Evangelios. Y diciendo esto miro a las 32 tiendas. El coronel Pereira, tras este saludo se acercó a la dama para contestar:
Mi nombre es Raymundo Pereira, aprecio La hospitalidad que con tanta generosidad nos brindais, en mi condición de consejero de la corona de Portugal, y especialmente como hombre de honor, os garantizo que quiénes vienen conmigo no harán menoscabo del patrimonio que poseéis, nos complacería comprar algunas parcelas de estas tierras a fin de levantar nuestros hogares, tres años de exilio involuntario han diezmado nuestras familias más no han podido menguar nuestra esperanza, somos personas laboriosas que quieren vivir en paz bajo las leyes bíblicas.
Señor mío, nobles palabras las que decís con tanto empeño, esta tarde pensaré lo que con sensatez y claridad me estáis proponiendo. Mañana os aguardo en la casa hacienda para almorzar.
Durante el banquete, doña María y don Raymundo practicaron de negocios, y días después, ambos sucumbieron en los designios del amor, siete meses más tarde la pareja contrajo matrimonio en agosto de 1780. Este solemnísimo ritual se realizó en la capilla de la Virgen Purísima. Cuentan que el pomposo ritual fue refrendado por las leyes dictadas desde el cielo y la tierra mundana. El histórico acontecimiento fue cinco años después del fallecimiento del Márquez Juan de Espinach, quién murió el año de 1774.
En 1782 la pareja Pereira Aliaga reunida con colonos de notables solera, fundaría Villa Amalia de Celendín. Don Raymundo quería que esta nueva villa llevara el nombre de su amada esposa. Las primeras calles se se trazaron a cordel. Con la intervención de peritos, la ciudadela fue dividida en 64 cuadrados que pareciera a un tablero de ajedrez.
En este mismo año de 1782, hombres del campo y notables, decidieron instaurar el primer Cabildo de Villa Amalia, sin embargo no se da cuenta del nombre ni señas de su primer alcalde.
Recopilado del libro: Celendin tablero de ajedrez. Autor, Einar Pereira.